miércoles, 30 de septiembre de 2009

Benedicto XVI: la libertad no puede separarse de la verdad

Hoy en la Audiencia General


CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 30 de septiembre de 2009 Ofrecemos a continuación la intervención hoy del Papa durante la Audiencia General, celebrada en la Plaza de San Pedro, con miles de peregrinos de todo el mundo.

******

Queridos hermanos y hermanas,

Como es costumbre tras los viajes apostólicos internacionales, aprovecho la Audiencia general para hablar de la peregrinación que he realizado en estos días a la República Checa. Lo hago ante todo como acto de acción de gracias a Dios, que me ha concedido realizar esta visita y que la ha bendecido ampliamente. Ha sido una verdadera peregrinación y, al mismo tiempo, una misión en el corazón de Europa: peregrinación, porque Bohemia y Moravia son desde hace más de un milenio tierra de fe y de santidad; misión, porque Europa necesita volver a encontrar en Dios y en su amor el fundamento firme de la esperanza. No es casual que los santos evangelizadores de aquellas poblaciones, Cirilo y Metodio, sean copatrones de Europa junto con san Benito. “El amor de Cristo es nuestra fuerza”: este ha sido el lema del viaje, una afirmación que resuena la fe de tantos testigos heroicos del pasado remoto y reciente, pienso en particular en el siglo pasado, pero que sobre todo quiere interpretar la certeza de los cristianos de hoy. ¡Sí, nuestra fuerza es el amor de Cristo! Una fuerza que inspira y anima las verdaderas revoluciones, pacíficas y liberadoras, y que nos sostiene en los momentos de crisis, permitiendo que volvamos a levantarnos cuando la libertad, arduamente recuperada, corre el riesgo de perderse a sí misma, su propia verdad.

La acogida que se me ha dispensado ha sido cordial. El Presidente de la República, al que renuevo la expresión de mi reconocimiento, quiso estar presente en varios momentos y me recibió junto con sus colaboradores en su residencia, el histórico Castillo de la Capital, con gran cordialidad. Toda la Conferencia Episcopal, en particular el cardenal arzobispo de Praga y el obispo de Brno, me hicieron sentir, con gran calor, el vínculo profundo que une a la comunidad católica checa con el Sucesor de san Pedro. Les agradezco también por haber preparado cuidadosamente las celebraciones litúrgicas. Agradezco también a las Autoridades civiles y militares y a cuantos de diversas formas han cooperado al buen éxito de mi visita.

El amor de Cristo ha comenzado a revelarse en el rostro de un Niño. Llegado a Praga, de hecho, realicé la primera parada en la iglesia de Santa María de la Victoria, donde se venera al Niño Jesús, conocido precisamente como “Niño de Praga”. Esa efigie remite al misterio de Dios hecho Hombre, al “Dios cercano”, fundamento de nuestra esperanza. Ante el “Niño de Praga” recé por todos los niños, por sus padres, por el futuro de la familia. ¡La verdadera “victoria”, que hoy pedimos a María, es la victoria del amor y de la vida en la familia y en la sociedad!

El Castillo de Praga, extraordinario tanto a nivel histórico como arquitectónico, sugiere una ulterior reflexión más general: éste recoge en su vastísimo espacio múltiples monumentos, ambientes e instituciones, casi representando una polis, en la que conviven en armonía la Catedral y el Palacio, la plaza y el jardín. Así, en el mismo contexto, mi visita ha podido tocar el ámbito civil y el religioso, no yuxtapuestos, sino en cercanía armónica dentro de la distinción. Dirigiéndome por tanto a las Autoridades políticas y civiles y al Cuerpo diplomático, quise referirme al vínculo indisoluble que debe existir siempre entre la libertad y la verdad. No es necesario tener miedo de la verdad, porque ésta es amiga del hombre y de su libertad; al contrario, sólo en la búsqueda sincera de lo verdadero, de lo bueno y de lo bello, se puede ofrecer realmente un futuro a los jóvenes de hoy y a las generaciones que vendrán. Por lo demás, ¿qué es lo que atrae a tantas personas a Praga si no su belleza, una belleza que no es solo estética, sino histórica, religiosa, humana en sentido amplio? Quienes ejercen responsabilidades en el campo político y educativo debe saber entresacar de la luz de aquella verdad que es el reflejo de la eterna sabiduría del Creador; y está llamado a dar testimonio de ella en primera persona con su propia vida. ¡Solo un compromiso serio de rectitud intelectual y moral es digno del sacrificio de cuantos han pagado caro el precio de la libertad!

Símbolo de esta síntesis entre verdad y belleza es la espléndida catedral de Praga, dedicada a los santos Vito, Wenceslao y Adalberto, y donde tuvo lugar la celebración de las Vísperas con los sacerdotes, los religiosos, los seminaristas y una representación de laicos comprometidos en las asociaciones y movimientos eclesiales. Para la Comunidad de la Europa centro-oriental este es un momento difícil: a las consecuencias del largo invierno del totalitarismo ateo, se están añadiendo los efectos nocivos de un cierto secularismo y consumismo occidental. Por ello he animado a todos a sacar nuevas energías del Señor resucitado, para poder ser levadura evangélica en la sociedad y comprometerse, como ya sucede, en actividades caritativas, y aún más en las educativas y escolares.

Este mensaje de esperanza, fundado en la fe en Cristo, lo extendí a todo el Pueblo de Dios en las dos grandes Celebraciones eucarísticas celebradas respectivamente en Brno, capital de Moravia, y en Stará Boleslav, lugar del martirio de san Wenceslao, Patrón principal de la Nación. Moravia hace pensar inmediatamente a los santos Cirilo y Metodio, evangelizadores de los pueblos eslavos, y por tanto a la fuerza inagotable del Evangelio, que como un río de aguas curativas atraviesa la historia y los continentes, llevando a todas partes la vida y la salvación. Sobre el portal de la catedral de Brno están impresas las palabras de Cristo: “Venid a mí vosotros todos que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré” (Mt 11,28). Estas mismas palabras resonaban el domingo pasado en la liturgia, resonando la voz perenne del Salvador, esperanza para las gentes ayer, hoy y siempre. Del señorío de Cristo, señorío de gracia y de misericordia, es signo elocuente la existencia de los santos Patronos de las diversas naciones cristianas, como precisamente Wenceslao, joven rey de Bohemia del siglo X, que se distinguió por su testimonio cristiano ejemplar y que fue asesinado por su hermano. Wenceslao antepuso el reino de los cielos a la fascinación del poder terreno y ha permanecido para siempre en el corazón del pueblo checo, como modelo y protector en las diferentes vicisitudes de la historia. A los numerosos jóvenes presentes en la Misa de san Wenceslao, procedentes también de las naciones cercanas, dirigí la invitación a reconocer en Cristo al amigo más verdadero, que satisface las aspiraciones más profundas del corazón humano.

Debo finalmente mencionar, entre otros, dos encuentros: el ecuménico y el de la comunidad académica. El primero, celebrado en el arzobispado de Praga, ha visto reunidos a los representantes de las diversas comunidades cristianas de la República Checa y al responsable de la comunidad judía. Pensando en la historia de este país, que por desgracia ha conocido ásperos conflictos entre cristianos, es motivo de vivo agradecimiento a Dios el habernos reunido juntos como discípulos del único Señor, para compartir la alegría de la fe y la responsabilidad histórica frente a los desafíos actuales. El esfuerzo de progresar juntos haca una unidad más plena y visible entre nosotros, creyentes en Cristo, hace más fuerte y eficaz el común empeño por el redescubrimiento de las raíces cristianas de Europa. Este último aspecto, que llevaba tanto en el corazón mi amado predecesor Juan Pablo II, surgió también en el encuentro con los rectores de las Universidades, los representantes de los profesores y de los estudiantes y demás personalidades relevantes en el ámbito cultural. En este contexto quise insistir en el papel de la institución universitaria, una de las estructuras básicas de Europa, que tiene en Praga un Ateneo entre los más antiguos y prestigiosos del continente, la Universidad Carlos, que lleva el emperador Carlos IV que la fundó, junto con el papa Clemente VI. La universidad de los estudios es un ambiente vital para la sociedad, garantía de libertad y de desarrollo, como lo demuestra el hecho que precisamente de los círculos universitarios comenzó a moverse en Praga la llamada “Revolución de terciopelo”. Veinte años después de aquel histórico acontecimiento, he vuelto a proponer la idea de la formación integral, basada en la unidad del conocimiento enraizado en la verdad, para responder a una nueva dictadura, la del relativismo combinado con el dominio de la técnica. La cultura humanística y la científica no pueden estar separadas, al contrario, son las dos caras de una misma medalla: nos lo recuerda una vez más la tierra checa, patria de grandes escritores como Kafka, y del abad Mendel, pionero de la genética moderna.

Queridos amigos, agradezco al Señor porque, con este viaje, me ha permitido encontrar un pueblo y una Iglesia con profundas raíces históricas y religiosas, que conmemora este año diversas efemérides de alto valor espiritual y social. A los hermanos y hermanas de la República Checa renuevo un mensaje de esperanza y una invitación al valor del bien, para construir el presente y el mañana de Europa. Confío los frutos de mi visita pastoral a la intercesión de María Santísima y a la de todos los santos y las santas de Bohemia y Moravia. Gracias.

Benedicto XVI: El sacerdote debe transmitir alegría

Videomensaje del Papa al Retiro Internacional Sacerdotal en Ars


CIUDAD DEL VATICANO, martes 29 de septiembre de 2009 Ofrecemos a continuación el texto del Videomensaje que el Papa Benedicto XVI grabó en los días pasados, y que se transmitió ayer durante el Retiro Internacional Sacerdotal en Ars (Francia).

******

Queridos hermanos en el sacerdocio,

como podéis imaginar, habría sido enormemente feliz de poder estar con vosotros en este retiro sacerdotal internacional sobre el tema: “La alegría de ser sacerdote: consagrado para la salvación del mundo”. Sois muchos los que participáis y os beneficiáis de las enseñanzas del cardenal Christoph Schönborn. Saludo muy cordialmente a los demás predicadores y al obispo de Belley-Ars, monseñor Guy-Marie Bagnard. He tenido que contentarme con dirigiros este mensaje grabado, pero quiero creer que con estas palabras, a cada uno de vosotros os hablo de la manera más personal posible, para que, como dijo san Pablo, “os llevo en el corazón, partícipes como sois de mi gracia” (Fl 1, 7).

San Juan María Vianney subrayaba el papel indispensable del sacerdote, cuando decía: “Un buen pastor, un pastor según el corazón de Dios, este es el mayor tesoro que el buen Dios puede conceder a una parroquia, y uno de los más precioso dones de la misericordia divina”(El cura de Ars, Pensamientos, Bernard Nodet, Desclée de Brouwer, Foi Vivante, 2000, p. 101). En este Año sacerdotal, se nos llama a todos a explorar y redescubrir la grandeza del Sacramento que nos ha configurado para siempre a Cristo Sumo Sacerdote y nos ha “santificado en la verdad” (Jn 17, 19) a todos.

Elegido entre los hombres, el sacerdote sigue siendo uno de ellos y está llamado a servirles entregándoles la vida de Dios. Es él el que “continúa la obra de redención en la tierra” (Nodet, p. 98). Nuestra vocación sacerdotal es un tesoro que llevamos en vasos de barro (cfr 2 Cor 4, 7). San Pablo expresó felizmente la infinita distancia que existe entre nuestra vocación y la pobreza de las respuestas que podemos dar a Dios. Tengamos presente en nuestros oídos y en lo íntimo de nuestro corazón la exclamación llena de confianza del Apóstol, que decía: “pues cuando soy débil, entonces es cuando soy fuerte” (2 Co 12, 10). La conciencia de esta debilidad nos abre a la intimidad de Dios, que nos da fuerza y alegría. Cuanto más persevere el sacerdote en la amistad de Dios, más continuará la obra del Redentor en la tierra (cfr Nodet, p. 98). El sacerdote ya no es más para si mismo, es para todos (cfr Nodet, p. 100).

Precisamente allí reside uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. El sacerdote, hombre de la Palabra divina y de las cosas sagradas, debe ser hoy más que nunca un hombre de alegría y de esperanza. A los hombres que ya no pueden concebir que Dios sea Amor puro, él afirmará siempre que la vida vale la pena ser vivida, y que Cristo le da todo su sentido porque ama a los hombres, a todos los hombres. La religión del Cura de Ars es una religión de la alegría, no una búsqueda morbosa de la mortificación, como a veces se ha creido: “Nuestra felicidad es demasiado grande, no, no, nunca podremos comprenderla” (Nodet, p. 110), decía, y también “cuando estamos de camino y divisamos un campanario, éste debería hacer latir nuestro corazón como la vista del tejado de la morada del bienamado hacer latir el corazón de la esposa”. Así, yo quisiera saludar con un afecto particular a aquellos de vosotros que tienen la carga pastoral de varias iglesias y que se desgastan sin llevar cuentas por mantener una vida sacramental en sus diferentes comunidades. ¡El reconocimiento de la Iglesia es inmenso hacia todos vosotros! No perdáis el valor, sino seguid rezando para que numerosos jóvenes acepten responder a la llamada de Cristo, que no deja de querer aumentar el número de sus apóstoles para misionar en sus campos.

Queridos sacerdotes, pienso también en la enorme diversidad de los ministerios que ejercéis al servicio de la Iglesia. Pensad en el gran número de misas que habéis celebrado o celebraréis, haciendo cada vez a Cristo realmente presente sobre el altar. Pensad en las innumerables absoluciones que habéis dado y que daréis, permitiendo a un pecador ser perdonado. Percibís en ese momento la fecundidad infinita del Sacramento del Orden. Vuestras manos, vuestros labios, se convierten, en el espacio de un instante, en las manos y en los labios de Dios. Lleváis a Cristo en vosotros; habéis, por gracia, entrado en la Santa Trinidad. Como decía el santo Cura: “Si uno tuviera fe, vería a Dios escondido en el sacerdote como una luz detrás de un vidrio, como un vino mezclado con el agua”(Nodet, p 97). Esta consideración debe ayudar a armonizar las relaciones entre los sacerdotes con el fin de realizar esa comunidad sacerdotal a la que exhorta san Pedro (cfr 1 Pe 2, 9) para formar el cuerpo de Cristo y construiros en el amor (cfr Ef 4, 11-16).

El sacerdote es el hombre del futuro: es aquel que se ha tomado en serio las palabras de Pablo: “si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba” (Col 3,1). Lo que se haga en la tierra está en el orden de los medios ordenados al Fin último. La misa es el único punto de unión entre los medios y el Fin, porque nos deja ya contemplar, bajo la humilde apariencia del pan y del vino, el Cuerpo y la Sangre de Aquel que adoraremos en la eternidad. Las frases sencillas pero densas del santo Cura sobre la Eucaristía nos ayudan a percibir mejor la riqueza de ese momento único de la jornada en el que vivimos un cara a cara vivificante para nosotros mismos y para cada uno de los fieles. “La felicidad que hay en el decir la misa se comprenderá sólo en el cielo”, escribía (Nodet. p. 104). Os animo por tanto a reforzar vuestra fe y la de los fieles en el Sacramento que celebráis y que es la fuente de la verdadera alegría. El santo de Ars escribía: “El sacerdote debe sentir la misma alegría (de los apóstoles) al ver a Nuestro Señor, al que tiene entre las manos” (Ibidem).

Agradeciéndoos lo que sois y por lo que hacéis, os repito: “Nada reemplazará nunca el ministerio de los sacerdtoes en la vida de la Iglesia” (Homilía durante la misa del 13 de septiembre de 2008 en la Explanada de los Inválidos, París). Testigos vivientes del poder de Dios que opera en la debilidad de los hombres, consagrados para la salvación del mundo, sois, mis queridos hermanos, elegidos por el propio Cristo para ser, gracias a Él, sal de la tierra y luz del mundo. ¡Que podáis, durante este retiro espiritual, experimentar de modo profundo lo Íntimo Inenarrable (San Agustín, Confesiones, iii, 6, 11, va 13, p. 383) para estar perfectamente unidos a Cristo con el fin de anunciar su amor alrededor vuestro y de comprometeros totalmente al servicio de la santificación de todos los miembros del pueblo de Dios! Confiándoos a la Virgen María, Madre de Cristo y de los sacerdotes, os imparto a todos mi Bendición Apostólica.

jueves, 24 de septiembre de 2009

En la misa Jesús, estás vivo y presente

Autor: Ma. Esther De Ariño

Cuando estoy en tu presencia, Jesús Sacramentado, pienso con dolor: ¿Cómo no apreciamos este Misterio de amor donde te quedaste para ser nuestro confidente y nuestro alimento? ¡Qué frío es nuestro corazón!

Nos decimos católicos pero tampoco meditamos en tu entrega al Padre la noche del Jueves Santo al instituir la Sagrada Eucaristía. Nos parece que fue ya hace muchos años, sin embargo vuelve a suceder todos los días, a toda hora en el mundo entero, siempre que se esté celebrando la Santa Misa. En ella Tu vuelves a inmolarte, a ofrecerte al Padre por todos y cada uno de nosotros... de la misma manera que lo hiciste por primera vez. No nos detenemos a pensar ni un momento en la grandiosidad del valor de una Misa. Y de una manera simple y tranquila dejamos el cumplimiento al tercer Mandamiento de la Ley de Dios, que creo yo, proviene de la falta de preparación que tenemos los católicos respecto a lo que en sí es la Santa Misa.

Por cualquier motivo: paseo, fútbol, gusto por quedarse en casa cómodamente en "pants" y pantuflas, por unas visitas... porque el domingo "es para descansar"... y no salir para nada, en fin, porque "no me late", porque si no "siento un verdadero deseo de ir a la Iglesia... ¿para qué voy?"... y así podríamos llenar páginas enteras con mil y variados pretextos, que a nuestro modo de ver, son tan solo la consecuencia de no saber con plena conciencia que la Misa es lo más grande y hermoso que tenemos los católicos.

Que participar en ella es estar Contigo, vivo y presente, tal como estuviste en el tiempo en que habitaste entre nosotros.

¿Dónde está nuestra fe? ¿Es que hemos llegado a creer que ya no necesitamos estar presentes, dar testimonio, a nuestros hijos, a nuestros familiares y amigos de que somos cumplidores de los Mandamientos de la Ley de Dios y acudir a la Iglesia para orar y tanto a pedirte perdón como darte gracias a Dios por tanto beneficio que de Ti recibimos con nuestro cumplimiento y alabanza?... No basta con ser buenas personas y tratar de hacer el bien a nuestros semejantes... pues igual que no basta la fe para salvarse sin caridad y buenas obras, así no bastan las buenas obras sin fe y sin oración.

A parte de que no asistir a Misa los Domingos (que es el día del Señor) y días "indicados" de fiesta, es pecado grave, es saber que es la media hora más grandiosa porque nos ponemos en tu presencia y en la Iglesia, que es tu casa te levantamos nuestro corazón.

Señor mío, mi Jesús... pensando todas esta cosas que si a mi me dan pena....para Ti han de ser de un gran dolor pues pareciera que no tenemos ningún interés por conocerte mejor, indiferencia hacia tanto amor y absoluto desdén hacia lo es realmente la misa.

Señor, ya no más tibieza...tenemos que encender nuestro corazón para ir con amor y espíritu de agradecimiento a la Iglesia, a tu Casa, Señor, a participar en la Santa Misa (no a papar moscas y a ponernos "palomita" porque.....¡ya cumplimos!) para alimentarnos con tu Cuerpo y tu Sangre y pronto veremos cómo florece la Vida de la Gracia en nuestros corazones y en todos los actos de nuestra vida.


Busquemos con la lectura, formación y preparación lo que nos hace falta saber sobre lo que realmente es la Santa Misa, nos vamos a admirar de su contenido y valor. No lo dejemos pasar si realmente queremos saber lo QUE ESA MEDIA HORA REPRESENTA EN NUESTRA VIDA .

martes, 22 de septiembre de 2009

Protesta cristiana en Sudán ante salvajes asesinatos y crucifixiones

El obispo Hiiboro de Sudán pide ayuda internacional

YAMBIO, lunes, 21 septiembre 2009. Unos veinte mil cristianos caminaron a pies desnudos unos tres kilómetros en el sur de Sudán, en una protesta silenciosa por la incapacidad o falta de voluntad del Gobierno para proteger a la región de los conflictos tribales que han producido derramamiento de sangre.


La oración-protesta de tres días fue convocada por monseñor Edward Hiiboro Kussala, obispo de Tombura-Yambio, quien informó de que el evento reunió a más del doble del número esperado.

El obispo habló de la manifestación a Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), una organización internacional de caridad dedicada a los cristianos perseguidos y oprimidos. Sudán es la prioridad de la organización en África.

Los cristianos marcharon en protesta por una serie de atentados mortales y atroces en agosto.

Una banda del Ejército de Resistencia del Señor irrumpió en la iglesia de Nuestra Señora de la Paz y profanó el edificio antes de secuestrar a 17 personas, la mayoría de ellos adolescentes y veinteañeros.

Poco después, uno de los secuestrados fue encontrado muerto, atado a un árbol y mutilado.

De los 17 desaparecidos, tres volvieron al día siguiente; no se sabe el paradero del resto.

Una semana después de este atentado, seis personas fueron objeto de una celada en un bosque y clavadas con trozos de madera a la tierra. Quienes descubrieron los cuerpos varios días más tarde lo compararon a una grotesca escena de crucifixión.

Mientras tanto, llegaron informaciones de que otras doce personas fueron secuestradas en otra aldea cercana.

El obispo Hiiboro explica por qué está pidiendo ayuda internacional: "El Gobierno no se preocupa del problema. Seguían prometiendo que tenían el asunto bajo control pero ahora vemos la realidad".

"Lo que sucedió en agosto constituyó un enorme choque para nosotros. Fue difícil asumir el hecho de que estábamos expuestos a semejante riesgo", añadió.

"Después de ello, la gente seguía viniendo a mí con tal sufrimiento en los ojos, rogándome hacer algo sobre la situación, conseguir que vuelvan sus hijos y nietos que han desaparecido", afirmó.

El obispo explicó que los tres días de oración y peregrinación se centraron en "afrontar la situación de lo que ha sucedido en [el estado de] Equatoria occidental y renovar nuestra vida espiritual. Deseamos hacer una protesta silenciosa para decir al Gobierno que la cosas no están yendo bien".

Más de 118 mil rupturas familiares en España en 2008

MADRID, 21 Sep. 09 (ACI).- El presidente del Instituto de Política Familiar (IPF), Eduardo Hertfelder, dio a conocer que en España, debido a la Ley del divorcio Express implantada en el 2005, se ha producido 118 mil rupturas matrimoniales en el 2008.

"En efecto –afirma Hertfelder– en 2008, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se produjeron 118.939 rupturas matrimoniales, de los cuales 110 mil fueron divorcios, 8.761 fueron separaciones y 142 fueron anulaciones".

"Estos datos suponen que en 2008 se rompieron 326 matrimonios cada día, es decir 1 matrimonio cada 4,4 minutos", agrega.

Asimismo, explicó Hertfelder, "mientras según datos del CGPJ (Consejo General del Poder Judicial) en 2008 se produjeron 131.024 rupturas (inicio del proceso), por el contrario 118.939 matrimonios lo llevaron a término. Esta diferencia entre inicios y finalización del proceso de ruptura ha sido, con diferencia, el más alto de los últimos años".

"La ley del divorcio Express ha provocado, además del incremento de las rupturas matrimoniales, el que sean, en su inmensa mayoría (el 92,5% de las rupturas) una ruptura definitiva (divorcio). Esto es especialmente evidente en Canarias, donde más del 95% fueron divorcios, frente a Extremadura donde no llegaron al 89%", subrayó.

Por tales razones advirtió que "mientras no se preserve y garantice el derecho de los padres a la estabilidad conyugal la ruptura familiar seguirá creciendo en España".

"El derecho a la estabilidad conyugal, y más, en situaciones de conflictividad o crisis, debe ser una tarea fundamental de las administraciones, que no pueden seguir ignorando este dramático problema. Es necesario, por tanto, un auténtico cambio en las políticas familiares y que se tomen medidas para combatir el principal problema que sufren las familias: la ruptura matrimonial", resaltó.

viernes, 18 de septiembre de 2009

AVISO A LOS JUNIORS

Ya teneis en la Sección Documentos "Para saciar tu sed"
El material de la Campaña de este año.
"Y la ciutat s'ompli d'alegria" (Fets 8,8)
Todo el material y las actividades propuestas para este año desde el Junior diocesano.

domingo, 13 de septiembre de 2009

El crucifijo

Monseñor Demetrio Fernández, obispo de Tarazona


TARAZONA, sábado, 12 septiembre 2009 Publicamos el mensaje que ha escrito monseñor Demetrio Fernández, obispo de Tarazona, con el título "El crucifijo".

* * *





Cuando se quiere quitar de la plaza pública a Dios, cuando se quiere prescindir de Dios, como si Dios fuera un estorbo, cuando se quiere arrancar del corazón de nuestro niños y jóvenes a Jesucristo, se quita el crucifijo de la escuela, de los hospitales, de todo ámbito de la vida pública.

El 14 de septiembre celebra la Iglesia la fiesta de la santa Cruz. "La señal del cristiano es la santa Cruz, porque en ella murió nuestro Señor Jesucristo para redimir a todos los hombres", dice el catecismo de la Iglesia. La cruz inicia y corona todas las obras cristianas, la cruz corona nuestros templos, preside nuestra mesa de estudio, la llevamos colgada en el pecho. Al entrar en un templo, cuando vemos pasar una imagen sagrada, cuando oramos por un difunto, nos hacemos la señal de la cruz. La cruz es el símbolo del cristianismo, es la señal de cristiano.

Por eso, cuando se quiere quitar de la plaza pública a Dios, cuando se quiere prescindir de Dios, como si Dios fuera un estorbo, cuando se quiere arrancar del corazón de nuestro niños y jóvenes a Jesucristo, se quita el crucifijo de la escuela, de los hospitales, de todo ámbito de la vida pública.

Quienes pretenden quitar el crucifijo argumentan con razones de laicidad. Dicen que si el espacio público es de todos, Dios no debe aparecer por ningún lado, porque en la vida pública en la que hoy nos encontramos hay creyentes y no creyentes, hay cristianos y musulmanes, hay creencias e increencias de todo tipo. Sin embargo, esa laicidad, que tiene que suprimir a Dios para afirmarse a sí misma, es una laicidad sin futuro, es una laicidad que no hace bien al hombre. Es una laicidad que tiene que arrasar toda una historia, unas costumbres, una cultura, que es cristiana en sus raíces y en sus expresiones.

Que el Estado es laico quiere decir que oficialmente no confiesa ninguna religión, pero al mismo tiempo favorece la religión de sus ciudadanos, porque considera la religión como un bien para el hombre, para los ciudadanos a los que sirve. Pero cuando suprime todo signo religioso, adopta una postura directa de ataque a lo religioso, que contradice la sana laicidad. Un Estado verdaderamente laico respeta las creencias y convicciones de sus ciudadanos, las favorece y las apoya siempre, porque la religión es una dimensión fundamental de la persona. Cuando, por el contrario, ataca las convicciones religiosas de sus ciudadanos (sean los que sean), deja de ser un Estado laico para convertirse en un Estado confesionalmente ateo. Porque sólo a los ateos les molesta Dios y los signos religiosos

En España, nos encontramos con una situación de verdadera persecución religiosa solapada, con este y con otros muchos hechos concretos. Es una persecución que recorta la libertad religiosa, particularmente la libertad de los católicos, porque a otras religiones quizá no se atrevan a perseguirlas por lo que pueda pasar. Se está gestando la nueva ley de libertad religiosa. A ver por dónde sale, pero, con estos preámbulos, nos tememos lo peor, sobre todo en el ámbito de la objeción de conciencia.

Curiosamente, en estas circunstancias, aparecen testimonios muy elocuentes de católicos coherentes, que respetando todas las leyes, plantan cara a esta persecución solapada, y tienen una eficacia insospechada. Ha sido la postura del alcalde de Baena, que se ha negado a retirar el crucifijo del ayuntamiento que preside, y es la postura de tantas personas que no esconden ni disimulan su condición de católicos convencidos. Es momento de dar la cara. Quizá necesitamos que nos pinchen para reaccionar positivamente. Toma un crucifijo en tus manos, cuélgalo en tu pecho, llévalo siempre contigo. La señal del cristiano es la santa Cruz. Teniendo a Jesucristo, lo tienes todo. No te avergüences nunca de ser discípulo suyo. Con su ayuda y su evangelio, y sólo así, podrás mejorarte a ti mismo y podrás construir un mundo mejor.