viernes, 20 de marzo de 2009

Ataques contra Arzobispo son "cortina de humo" de campaña abortista del gobierno brasileño

RIO DE JANEIRO, 18 Mar. 09 / 04:39 pm (ACI)
Una analista explicó a ACI Prensa que detrás de los ataques contra el Arzobispo de Recife, Mons. José Cardoso Sobrinho, existe la urgencia de esconder graves irregularidades en el aborto que se le practicó a la niña de 9 años. Alberto R. S. Monteiro reveló que la discusión sobre la excomunión fue creada intencionalmente por sectores abortistas para desviar la atención de la opinión pública.

Según el analista, nadie se ha enterado que la niña fue incomunicada por una asistenta social del Instituto Materno Infantil de Pernambuco en Recife, hospital estatal donde se comenzaron las gestiones para el aborto "legal"; y que empleados del hospital, al percatarse que el padre biológico de la niña estaba dispuesto a rescatarla con ayuda del Obispo de Pesqueira, Mons. Francesco Biasin, permitieron que una ONG abortista convenciera a la madre y a la menor para trasladarla a una clínica privada donde finalmente le practicaron el aborto.

Monteiro destacó la exagerada cobertura de las declaraciones del Arzobispo de Recife y el silencio absoluto de la prensa ante los esfuerzos del padre biológico de la menor que siempre se opuso al aborto de su hija así como del Obispo de Pesqueira y algunos de sus colaboradores que fueron en busca de auxiliar a la niña.

Según el analista, el padre de la niña agotó todos los recursos para sacar a su hija del hospital donde la mantuvieron incomunicada, a pesar que la ley prescribe que cualquier atención para niños menores debe contar con la expresa aprobación de sus padres. Por el contrario, sólo encontró resistencia y una asistenta social del Hospital no identificada que lo engañó diciéndole que si no abortaba, la niña moriría.

"Ningún médico, psicólogo u otro profesional dio explicaciones al padre. La asistenta social mantuvo incomunicada a la niña y enfrentó al Consejo Tutelar de Alagoinha, pueblo natal de la niña, que pedía detener los procedimientos de aborto. Cuando el padre y los miembros del Consejo Tutelar preguntaron por la salud de los tres niños. La asistenta les respondió: ‘No hay tres niños aquí, sólo hemos registrado a una, los demás son embriones’, a pesar que los gemelos por nacer ya tenían 5 meses de gestación", reveló Monteiro.

El padre de la menor buscó entonces al Obispo de Pesqueira, a cuya diócesis pertenece Alagoinha, para que interviniera en el caso. Mons. Biasin, a quien la prensa brasileña no ha entrevistado, envió a médicos y psicólogos de la diócesis para que asistieran a la menor pero ésta fue trasladada a otro nosocomio por su madre, a quien representantes de la ONG abortista Grupo Curumim convencieron de la urgencia del aborto.

Monteiro considera que el movimiento abortista ha escogido casos emblemáticos como el de la niña de Recife para lograr la aceptación del aborto en la opinión pública, luego que la prensa informara a fines de enero sobre las acciones que el Ministerio de Salud ha emprendido para aumentar el número de abortos legales por violación y malformación fetal.

El diario Folha de Sao Paulo informó que el gobierno de Lula está promocionando los servicios de aborto, equipa hospitales y capacita al personal sanitario para que más mujeres aborten. Folha considera un gran logro que las cifras de aborto legal hayan crecido en 43 por ciento en un año. De 2,130 casos registrados en 2007 a 3,053 casos hasta noviembre de 2008.

"Sin embargo, si la población supiera lo que en verdad ocurrió con esa niña el aborto sería aún más impopular en el Brasil y en el mundo", sostiene Monteiro.

Para el analista, la mentira más repetida en este caso fue el supuesto riesgo de muerte de la niña embarazada. "La niña nunca estuvo en riesgo de morir. En Brasil todos los años se registran 30 mil embarazos en niñas menores de 14 años y no se registra ni un solo caso de muerte a causa del embarazo cuando se le ofrece control prenatal y un parto con cesárea", indicó.

En este sentido, cuestionó las presiones de algunos médicos como Carmelita Maia, médica legista del Instituto de Medicina Legal, que sostuvieron ante la prensa la supuesta urgencia del aborto para la niña. Sin embargo, señala Monteiro que "la doctora Maia cae en una profunda contradicción pues ella misma afirmó también ante la prensa que está haciendo su tesis de violencia sexual en la Fundación Oswaldo Cruz y había hecho seguimiento a 50 niñas embarazadas menores de 14 años. ¿Y cuántas de estas niñas que ella misma atendió murieron? Maia no menciona siquiera un caso".

Según Monteiro, "el Gobierno de Lula está dispuesto a incrementar el número de abortos legales recurriendo a todos los abusos y mentiras como las que se cometieron con la niña de 9 años de Recife. No se detendrán ante nada y nos seguirán hablando de una falsa excomunión de la niña para abusar impunemente de mujeres pobres o incluso de niñas pequeñas caídas en desgracia".

martes, 17 de marzo de 2009

San José en el siglo XXI

Carta Semanal de nuestro Cardenal Arzobispo D. Agustín con motivo de la Fiesta de San José

Las fallas son fiestas en honor de San José, patrono del gremio de los carpinteros. Este origen histórico invita a que pongamos nuestros ojos en el Santo Patriarca al que Dios le encomendó, nada más y nada menos, que el cuidado de su Hijo y de su Madre. Este hombre, bueno y sencillo, no es sólo modelo de virtudes teológicas y espirituales. También es fácil reconocer en él un conjunto de virtudes y valores que hacen la vida social más humana, y, por tanto, más de Dios.

La Iglesia ha mantenido la memoria viva del Patriarca San José de muchos modos. Uno de los más eficaces es la devoción de los siete domingos previos a su fiesta, en los que se meditan sus dolores y gozos. Aquí encontramos un primer mensaje eficaz: la vida de las personas está tejida por momentos de todo tipo. Nadie escapa al sufrimiento. No es realista concebir la propia existencia como un camino exento de altibajos. Vivimos en una sociedad profundamente mercantilista donde es fácil dejarse seducir por la continua adulación orientada al consumismo. La llamada sociedad del bienestar resulta ser una ilusión, una promesa falsa que hace más dura la caída. La enseñanza de san José en el siglo XXI es animarnos a considerar que los dolores vividos con esperanza preparan el camino para un gozo superior.

José es modelo de respeto profundo a la dignidad de la persona, a lo que Dios tiene preparado para ella. Su dolor al plantearse si tiene que dejar a María, su esposa, se ve superado con creces por la alegría de saber que Ella ha sido elegida para Madre de Dios. ¡Cuánta necesidad tiene nuestra sociedad de aprender este respeto profundo para el matrimonio y para todas las relaciones entre las personas! El mejor antídoto contra la violencia es aprender a mirar a los otros con el respeto y el amor con que Dios nos mira.

En su camino hacia Belén para inscribirse en el censo, José aparece como un buen ciudadano que cumple sus obligaciones con respecto a su comunidad. María embarazada y José se comportan como las personas sencillas que no buscan privilegios y que incluso tienen que experimentar la pobreza, por falta de acogida de los demás. En su humildad son recompensados con el cariño y admiración de los pastores y también de los grandes señores que ofrecen sus dones porque buscan a Dios. En José vemos con claridad que la vida de los pueblos está sólidamente cimentada cuando hay personas que saben cumplir su deber con amor, sin dejarse seducir por la tiranía del dinero, del poder o de las apariencias.

José presenta al Niño y a su Madre en el templo. Es modelo de la persona religiosa que vive con alegría los gestos de amor que Dios espera de sus hijos. Y allí en el templo va a conocer mejor la misión de su Hijo adoptivo: derramar su sangre para salvación del mundo. El nombre de Jesús pasará a ser la llave que abra la puerta para que la fuerza del amor cambie el signo de la historia. Bien pronto José, como padre adoptivo, aprende a reconocer que los hijos no son propiedad de sus padres. Los hijos tienen una misión en la vida y en la historia que los padres tienen que aprender a respetar con alegría.

José aparece también como modelo de escucha de la voluntad de Dios y de libertad religiosa. Cuando comprende que su Esposa y su Hijo van a tener que sufrir por la salvación del mundo, acepta que hay un orden superior en la comprensión de las cosas que está por encima de cualquier consideración humana. Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. Cuando nos sumamos a la voluntad de Dios el orden de las cosas humanas encuentra todo su sentido y expresión.

La huída a Egipto y el regreso a Nazaret marcan un programa de defensa de los derechos de la familia. La primera misión de la familia es proteger la vida y la educación de los hijos, y José actúa en consecuencia. Ante la tiranía de su época, el santo Patriarca actúa con prudencia buscando lo mejor para María y para Jesús. Vivimos en el siglo XXI en una sociedad de derechos, pero en ocasiones nos hallamos con que los derechos son más teóricos que reales, y en otras ocasiones los verdaderos derechos se difuminan.

Finalmente, José se nos presenta como un modelo para el trabajo y para vivirlo con sentido, desarrollando una ocupación que sostiene a la familia, y una vida familiar que educa para el trabajo, para la generosidad, para la responsabilidad hacia los demás.

Valencia es verdaderamente dichosa de centrar sus fallas en la figura de san José. En él encuentra un modelo para renovar lo mejor de su alegría y de su convivencia. San José es en el siglo XXI un referente para recuperar la importancia social de la paternidad. Paternidad y maternidad son dos vivencias complementarias queridas por Dios que permiten a los hombres y mujeres sentirnos integrantes de la gran familia de la humanidad.

Con mi bendición y afecto,

lunes, 16 de marzo de 2009

Comunicado de convocatoria del Año Sacerdotal

Del 19 de junio de 2009 al 19 de junio de 2010


CIUDAD DEL VATICANO, lunes 16 de marzo de 2009 Ofrecemos a continuación el texto íntegro del comunicado hecho público hoy por la Santa Sede, por el que se convoca un Año Sacerdotal.

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COMUNICADO: CONVOCATORIA DEL AÑO SACERDOTAL

Con ocasión del 150° aniversario de la muerte del Santo Cura de Ars, Juan María Vianney, Su Santidad ha anunciado esta mañana que, del 19 de junio de 2009 al 19 de junio de 2010, se celebrará un especial Año Sacerdotal, que tendrá como tema “Fidelidad de Cristo, fidelidad del sacerdote”. El Santo Padre lo abrirá presidiendo la celebración de las Vísperas, el 19 de junio D.m. solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús y jornada de santificación sacerdotal, en presencia de la reliquia del Cura de Ars traída por el obispo de Belley-Ars; lo cerrará, el 19 de junio de 2010, tomando parte en un “Encuentro Mundial Sacerdotal” en la Plaza de San Pedro.

Durante este Año jubilar, Benedicto XVI proclamará a san Juan María Vianney “Patrono de todos los sacerdotes del mundo”. Se publicará además el “Directorio para los Confesores y Directores Espirituales”, junto con una recopilación de textos del Sumo Pontífice sobre los temas esenciales de la vida y de la misión sacerdotal en la época actual.

La Congregación para el Clero, de acuerdo con los Ordinarios diocesanos y los Superiores de los Institutos religiosos, se preocupará de promover y coordinar las diversas iniciativas espirituales y pastorales que se presenten para hacer percibir cada vez más la importancia del papel y de la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea, como también la necesidad de potenciar la formación permanente de los sacerdotes ligándola a la de los seminaristas.

sábado, 14 de marzo de 2009

El Papa invita a redescubrir la presencia de Cristo en la Eucaristía

Recibe en audiencia a los miembros de la Congregación para el Culto Divino

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 13 de marzo de 2009 Benedicto XVI subrayó este jueves la importancia de profundizar en el misterio de la Eucaristía, aumentando la conciencia de los fieles y especialmente de los futuros sacerdotes sobre la realidad de la Presencia Real de Cristo en las especies eucarísticas.

Esta preocupación fue el tema central de su discurso a los participantes en la plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que han dedicado el tema de su reunión a la práctica de la adoración eucarística.

El Papa agradeció en este sentido que para el dicasterio que actualmente preside el cardenal Antonio Cañizares, administrador apostólico de Toledo, "la insistencia sobre el tema de la Eucaristía como fuente inextinguible de santidad ha sido una urgencia de primer orden".

En la actualidad es necesario, subrayó el Papa, "promover la fe en la presencia real del Señor en la Santa Eucaristía y asegurar a la celebración de la Santa Misa toda la dimensión de la adoración", para lo cual la práctica de la adoración eucarística supone un recurso pastoral importante.

Esta clarificación es importante, subrayó, sobre todo por las "desviaciones que han quizás contaminado la renovación litúrgica post-conciliar, revelando una comprensión demasiado reduccionista del misterio eucarístico".

Esta preocupación estuvo muy presente en el Sínodo de 2005, en el que "los Padres sinodales no habían dejado de manifestar preocupación por una cierta confusión generada después del Concilio Vaticano II, sobre la relación entre Misa y adoración del Santísimo Sacramento", explicó el Papa.

Ante esto, el Papa recuerda que la doctrina de la transubstanciación del pan y del vino y de la presencia real "son verdades de fe evidentes ya en la propia Sagrada Escritura y confirmadas después por los Padres de la Iglesia".

Adoración de amor

El pontífice quiso también especificar el sentido que el término "adoración" debe tener para los cristianos, y que no es el de la mera sumisión, sino que "la palabra latina ad-oratio, en cambio, denota el contacto físico, el beso, el abrazo, que está implícito en la idea del amor".

"El aspecto de la sumisión prevé una relación de unión, porque aquel a quien nos sometemos es Amor. De hecho, en la Eucaristía la adoración debe convertirse en unión: unión con el Señor vivo y después con su Cuerpo místico", explica.

Recordó sus propias palabras en la explanada de Marienfeld, durante la Jornada Mundial de la Juventud de Colonia: en la Eucaristía se vive la "profunda transformación de la violencia en amor, de la muerte en vida; ella arrastra consigo las demás transformaciones. Pan y vino se convierten en su Cuerpo y Sangre".

"Esta profundización será posible sólo a través de un mayor conocimiento del misterio en plena fidelidad a la sagrada Tradición, e incrementando la vida litúrgica dentro de nuestra comunidades", añade el Papa, citando la Spiritus et Sponsa de Juan Pablo II.

En este sentido, animó también a redescubrir otras prácticas ligadas a la Eucaristía, como el ayuno, especialmente en esta Cuaresma, "no sólo como práctica ascética, sino también como preparación a la Eucaristía y como arma espiritual para luchar contra todo eventual apego desordenado a nosotros mismos".

"Este periodo intenso de la vida litúrgica nos ayude a alejar todo aquello que distrae el espíritu y a intensificar lo que nutre el alma, abriéndola al amor a Dios y al prójimo", concluyó.

Benedicto XVI: La adoración eucarística, fuente de vida para la Iglesia

CIUDAD DEL VATICANO, viernes 13 de marzo de 2009 Ofrecemos a continuación el discurso del Papa hoy a los participantes en la Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, que ha tenido lugar esta mañana en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico


Señores cardenales,

venerados Hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio

queridos hermanos

Con gran alegría y con siempre vivo reconocimiento os recibo, con ocasión de la Plenaria de la Congregación para el Culto Divino y al Disciplina de los Sacramentos. En esta importante ocasión me es grato, en primer lugar, dirigir mi saludo cordial al prefecto, el señor cardenal Antonio Cañizares Llovera, a quien agradezco las palabras con que ha ilustrado los trabajos llevados a cabo en estos días y que ha dado expresión a los sentimientos de cuantos están hoy aquí presentes. Extiendo mi saludo afectuoso y mi cordial agradecimiento a todos los miembros y oficiales del dicasterio, empezando por el secretario, monseñor Malcom Ranjith, por el subsecretario, hasta todos los demás que, en las diversas tareas, prestan con competencia y dedicación su servicio para la "reglamentación y promoción de la sagrada liturgia" (Pastor Bonus, n. 62). En la plenaria habéis reflexionado sobre el misterio eucarístico y, en modo particular, sobre el tema de la adoración eucarística. Sé bien que, después de la publicación de la instrucción "Eucharisticum mysterium" del 25 de mayo de 1967 y la promulgación, el 21 de junio de 1973, del documento "De sacra communione et cultu mysterii eucharistici extra Missam", la insistencia sobre el tema de la Eucaristía como fuente inextinguible de santidad ha sido una urgencia de primer orden del dicasterio.

He acogido, por tanto, con agrado la propuesta de que la plenaria se ocupase del tema de la adoración eucarística, con la confianza de que una renovada reflexión colegial sobre esta práctica podría contribuir a poner en claro, en los límites de competencia del dicasterio, los medios litúrgicos y pastorales con los que la Iglesia de nuestro tiempo puede promover la fe en la presencia real del Señor en la Santa Eucaristía y asegurar a la celebración de la Santa Misa toda la dimensión de la adoración. He subrayado este aspecto en la Exhortación apostólica Sacramentum caritatis, en la que recogía los frutos de la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, que tuvo lugar en octubre de 2005. En ella, resaltando la importancia de la relación intrínseca entre celebración de la Eucaristía y adoración (cfr n. 66), citaba la enseñanza de san Agustín: "Nemo autem illam carnem manducat, nisi prius adoraverit; peccemus non adorando" (Enarrationes in Psalmos, 98, 9: CCL 39, 1385). Los Padres sinodales no habían dejado de manifestar preocupación por una cierta confusión generada después del Concilio Vaticano II, sobre la relación entre Misa y adoración del Santísimo Sacramento (cfr Sacramentum caritatis, n. 66). En esto, encontraba eco cuanto mi Predecesor, el papa Juan Pablo II, había ya expresado sobre las desviaciones que han quizás contaminado la renovación litúrgica post-conciliar, revelando "una comprensión demasiado reduccionista del misterio eucarístico" (Ecclesia de Eucharistia, n. 10).

El Concilio Vaticano II ha puesto a la luz el papel singular que el misterio eucarístico tiene en la vida de los fieles (Sacrosanctum Concilium, nn. 48-54, 56). Como el papa Pablo VI reafirmó muchas veces: "la Eucaristía es un altísimo misterio, es más, propiamente, como dice la Sagrada Liturgia, misterio de la fe" (Mysterium fidei, n. 15). La Eucaristía, de hecho, está en el origen mismo de la Iglesia (cfr Juan Pablo II, Ecclesia de Eucharistia, n. 21) y es la fuente de la gracia, constituyendo una incomparable ocasión tanto para la santificación de la humanidad en Cristo como para la glorificación de Dios. En este sentido, por una parte, todas las actividades de la Iglesia están ordenadas al misterio de la Eucaristía (cfr Sacrosanctum Concilium, n. 10; Lumen gentium, n. 11; Presbyterorum ordinis, n. 5; Sacramentum caritatis, n. 17), y por otra, es en virtud de la Eucaristía que "la Iglesia continuamente vive y crece" (Lumen gentium, n. 26). Nuestro deber es percibir el preciosísimo tesoro de este misterio de fe inefable "tanto en la misma celebración de la Misa como en el culto de las sagradas especies, que se conservan después de la Misa para extender la gracia del Sacrificio" (Istruz. Eucharisticum mysterium, n. 3, g.). La doctrina de la transubstanciación del pan y del vino y de la presencia real son verdades de fe evidentes ya en la propia Sagrada Escritura y confirmadas después por los Padres de la Iglesia. El papa Pablo VI, al respecto, recordaba que "la Iglesia católica no solo ha siempre enseñado, sino también vivido la fe en la presencia del cuerpo y de la sangre de Cristo en la Eucaristía, adorando siempre con culto latreutico, que compete sólo a Dios, un tan grande Sacramento" (Mysterium fidei, n. 56; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1378).

Es oportuno recordar, al respecto, las diversas acepciones que el vocablo "adoración" tiene en la lengua griega y en la latina. La palabra griega proskýnesis indica el gesto de sumisión, el reconocimiento de Dios como nuestra verdadera medida, cuya norma aceptamos seguir. La palabra latina ad-oratio, en cambio, denota el contacto físico, el beso, el abrazo, que está implícito en la idea del amor. El aspecto de la sumisión prevé una relación de unión, porque aquel a quien nos sometemos es Amor. De hecho, en la Eucaristía la adoración debe convertirse en unión: unión con el Señor vivo y después con su Cuerpo místico. Como dije a los jóvenes en la Explanada de Marienfeld, en Colonia, durante la Santa Misa con ocasión de la XX Jornada Mundial de la Juventud, el 21 de agosto de 2005: "Dios no está sólo frente a nosotros, como si fuese el Totalmente Otro". Está dentro de nosotros, y nosotros estamos en Él. Su dinámica nos penetra y desde nosotros quiere propagarse a los demás y extenderse a todo el mundo, para que su amor sea realmente la medida dominante del mundo" (Enseñanzas, vol. I, 2005, pp. 457 s.). En esta perspectiva recordaba a los jóvenes que en la Eucaristía se vive la "profunda transformación de la violencia en amor, de la muerte en vida; ella arrastra consigo las demás transformaciones. Pan y vino se convierten en su Cuerpo y Sangre. Sin embargo, la transformación no debe pararse en este punto, sino que debe comenzar desde aquí plenamente. El Cuerpo y la Sangre de Cristo se nos han dado para que nosotros mismos seamos transformados a nuestra vez" (ibid., p. 457).

Mi Predecesor, el papa Juan Pablo II, en la Carta Apostólica "Spiritus et Sponsa", con ocasión del 40° aniversario de la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia, exhortaba a emprender los pasos necesarios para profundizar la experiencia de la renovación. Esto es importante también respeto al tema de la adoración eucarística. Esta profundización será posible sólo a través de un mayor conocimiento del misterio en plena fidelidad a la sagrada Tradición, e incrementando la vida litúrgica dentro de nuestra comunidades (cfr Spiritus et Sponsa, nn. 6-7). Al respecto, aprecio en particular que la Plenaria de haya detenido también en el discurso de la formación de todo el Pueblo de Dios en la fe, con una atención especial a los seminaristas, para favorecer en ellos el crecimiento de un espíritu de auténtica adoración eucarística. Explica, de hecho, santo Tomás: "Que en este sacramento está presente el verdadero Cuerpo y la verdadera Sangre de Cristo no se puede captar con los sentidos, sino solo con la fe, la cual se apoya en la autoridad de Dios" (Summa theologiae, III, 75, 1; cfr Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1381).

Estamos viviendo los días de la Santa Cuaresma que constituye no sólo un camino de más intenso de interioridad espiritual, sino también una eficaz preparación para celebrar mejor la santa Pascua. Recordando tres prácticas penitenciales muy queridas a la tradición bíblica y cristiana -la oración, el ayuno, la limosna-, animémonos mutuamente a redescubrir y vivir con renovado fervor el ayuno, no sólo como práctica ascética, sino también como preparación a la Eucaristía y como arma espiritual para luchar contra todo eventual apego desordenado a nosotros mismos. Este periodo intenso de la vida litúrgica nos ayude a alejar todo aquello que distrae el espíritu y a intensificar lo que nutre el alma, abriéndola al amor a Dios y al prójimo. Con estos sentimientos, formulo ya desde ahora a todos vosotros mis augurios para las próximas fiestas pascuales y, mientras os agradezco por el trabajo que habéis realizado en esta sesión plenaria, así como por todo el trabajo de la Congregación, imparto a cada uno con afecto mi Bendición.