domingo, 18 de enero de 2009

Benedicto XVI clausura vía satélite el VI Encuentro Mundial de las Familias

domingo, 18 de enero de 2009
La familia, fundamento indispensable para la sociedad y para la iglesia.

Queridos hermanos y hermanas:

1. Les saludo a todos ustedes con afecto al término de esta solemne celebración Eucarística con la cual se está concluyendo el VI Encuentro Mundial de las Familias en la Ciudad de México. Doy gracias a Dios por tantas familias que, sin ahorrar esfuerzos, se han congregado en torno al altar del Señor.

Saludo de modo especial al Señor cardenal Secretario de Estado, Tarcisio Bertone, que ha presidido esta celebración como mi Legado. Quiero expresar mi afecto y mi gratitud al Señor cardenal Ennio Antonelli, así como a los miembros del Consejo Pontificio para la Familia, que él preside, al Señor cardenal arzobispo Primado de México, Norberto Rivera Carrera, y a la Comisión Central que se ha ocupado de la organización de este VI Encuentro Mundial. Mi reconocimiento se extiende a todos los que con su abnegada dedicación y entrega han hecho posible su realización. Saludo también a los Señores Cardenales y Obispos presentes en la celebración, en particular a los miembros de la Conferencia del Episcopado Mexicano, y a las Autoridades de esa querida Nación, que generosamente han acogido y hecho posible este importante acontecimiento.

Los mexicanos saben bien que están muy cerca del corazón del Papa. Pienso en ellos y presento a Dios Padre sus alegrías y sus esperanzas, sus proyectos y sus preocupaciones. En México el Evangelio ha arraigado profundamente, forjando sus tradiciones, su cultura y la identidad de sus nobles gentes. Se ha de cuidar ese rico patrimonio para que siga siendo manantial de energías morales y espirituales para afrontar con valentía y creatividad los desafíos de hoy y ofrecerlo como don precioso a las nuevas generaciones.

He participado con alegría e interés en este Encuentro Mundial, sobre todo con mi oración, dando orientaciones específicas y siguiendo atentamente su preparación y desarrollo. Hoy, a través de los medios de comunicación, he peregrinado espiritualmente hasta ese Santuario Mariano, corazón de México y de toda América, para confiar a Nuestra Señora de Guadalupe a todas las familias del mundo.

2. Este Encuentro Mundial de las Familias ha querido alentar a los hogares cristianos a que sus miembros sean personas libres y ricas en valores humanos y evangélicos, en camino hacia la santidad, que es el mejor servicio que los cristianos podemos brindar a la sociedad actual. La respuesta cristiana ante los desafíos que debe afrontar la familia y la vida humana en general consiste en reforzar la confianza en el Señor y el vigor que brota de la propia fe, la cual se nutre de la escucha atenta de la Palabra de Dios. Qué bello es reunirse en familia para dejar que Dios hable al corazón de sus miembros a través de su Palabra viva y eficaz. En la oración, especialmente con el rezo del Rosario, como se hizo ayer, la familia contempla los misterios de la vida de Jesús, interioriza los valores que medita y se siente llamada a encarnarlos en su vida.

3. La familia es un fundamento indispensable para la sociedad y los pueblos, así como un bien insustituible para los hijos, dignos de venir a la vida como fruto del amor, de la donación total y generosa de los padres. Como puso de manifiesto Jesús honrando a la Virgen María y a San José, la familia ocupa un lugar primario en la educación de la persona. Es una verdadera escuela de humanidad y de valores perennes. Nadie se ha dado el ser a sí mismo. Hemos recibido de otros la vida, que se desarrolla y madura con las verdades y valores que aprendemos en la relación y comunión con los demás. En este sentido, la familia fundada en el matrimonio indisoluble entre un hombre y una mujer expresa esta dimensión relacional, filial y comunitaria, y es el ámbito donde el hombre puede nacer con dignidad, crecer y desarrollarse de un modo integral. (Cf. Homilía en la Santa Misa del V Encuentro Mundial de las Familias, Valencia, 9 de julio de 2006).

Sin embargo, esta labor educativa se ve dificultada por un engañoso concepto de libertad, en el que el capricho y los impulsos subjetivos del individuo se exaltan hasta el punto de dejar encerrado a cada uno en la prisión del propio yo. La verdadera libertad del ser humano proviene de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios, y por ello debe ejercerse con responsabilidad, optando siempre por el bien verdadero para que se convierta en amor, en don de sí mismo. Para eso, más que teorías, se necesita la cercanía y el amor característicos de la comunidad familiar. En el hogar es donde se aprende a vivir verdaderamente, a valorar la vida y la salud, la libertad y la paz, la justicia y la verdad, el trabajo, la concordia y el respeto.

4. Hoy más que nunca se necesita el testimonio y el compromiso público de todos los bautizados para reafirmar la dignidad y el valor único e insustituible de la familia fundada en el matrimonio de un hombre con una mujer y abierto a la vida, así como el de la vida humana en todas sus etapas. Se han de promover también medidas legislativas y administrativas que sostengan a las familias en sus derechos inalienables, necesarios para llevar adelante su extraordinaria misión. Los testimonios presentados en la celebración de ayer muestran que también hoy la familia puede mantenerse firme en el amor de Dios y renovar la humanidad en el nuevo milenio.

5. Deseo expresar mi cercanía y asegurar mi oración por todas las familias que dan testimonio de fidelidad en circunstancias especialmente arduas. Aliento a las familias numerosas que, viviendo a veces en medio de contrariedades e incomprensiones, dan un ejemplo de generosidad y confianza en Dios, deseando que no les falten las ayudas necesarias. Pienso también en las familias que sufren por la pobreza, la enfermedad, la marginación o la emigración. Y muy especialmente en las familias cristianas que son perseguidas a causa de su fe. El Papa está muy cerca de todos ustedes y les acompaña en su esfuerzo de cada día.

6. Antes de concluir este encuentro, me complace anunciar que el VII Encuentro Mundial de las Familias tendrá lugar, Dios mediante, en Italia, en la ciudad de Milán, el año 2012, con el tema: “La familia, el trabajo y la fiesta”. Agradezco sinceramente al Señor cardenal Dionigi Tettamanzi, arzobispo de Milán, su amabilidad al aceptar este importante compromiso.

7. Confío a todas las familias del mundo a la protección de la Virgen Santísima, tan venerada en la noble tierra mexicana bajo la advocación de Guadalupe. A Ella, que nos recuerda siempre que nuestra felicidad está en hacer la voluntad de Cristo (Cf. Jn 2,5), le digo ahora:

Madre Santísima de Guadalupe,
que has mostrado tu amor y tu ternura
a los pueblos del continente americano,
colma de alegría y de esperanza a todos los pueblos
y a todas las familias del mundo.
A Ti, que precedes y guías nuestro camino de fe
hacia la patria eterna,
te encomendamos las alegrías, los proyectos,
las preocupaciones y los anhelos de todas las familias.
Oh María,
a Ti recurrimos confiando en tu ternura de Madre.
No desoigas las plegarias que te dirigimos
por las familias de todo el mundo
en este crucial período de la historia,
antes bien, acógenos a todos en tu corazón de Madre
y acompáñanos en nuestro camino hacia la patria celestial.

Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos

VALENCIA, 17 ENE. (AVAN).- Representantes de las confesiones luterana, anglicana y ortodoxa así como fieles evangélicos en Valencia junto con grupos de católicos han iniciado hoy, sábado, la “Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos”, que se desarrollará hasta el próximo día 25 de enero con oraciones en todos los templos de la diócesis.

Las celebraciones ecuménicas han comenzado esta mañana con una peregrinación, en la que han participado miembros de las comunidades de las iglesias ortodoxa, anglicana y luterana con presencia en Valencia, por los lugares vicentinos de la capital valenciana con motivo de la festividad de San Vicente Mártir el próximo jueves.

Además, esta tarde, a las 19 horas, se llevará a cabo una celebración ecuménica en la iglesia del convento de las religiosas clarisas capuchinas, ubicado en la calle Pérez Galdós.

Las celebraciones con motivo de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos continuarán el domingo 18 de enero en la iglesia del Temple, con una ceremonia que presidirá, a las 19 horas, el obispo auxiliar de Valencia monseñor Enrique Benavent.

De igual forma, las oraciones proseguirán en parroquias de las localidades de Sueca, Benissa, Alquería de la Comtessa, Gandía así como en Puerto de Sagunto y en la ciudad de Valencia, según han indicado hoy a la agencia AVAN fuentes de la comisión de Ecumenismo y Relaciones Interconfesionales del Arzobispado de Valencia, que organiza la iniciativa en la diócesis.

Entre otros templos figurará el de la iglesia evangélica Buenas Noticias, ubicado en la calle Velásquez, 24, de Valencia, que el pasado mes de mayo abrió de forma ininterrumpida con motivo de la iniciativa de apertura continua de templos durante 2008 iniciada por la parroquia Natividad de Nuestra Señora de Burjassot y promovida por su párroco, Miguel Ángel Vives.

La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos concluirá el domingo 25 de enero en las parroquias de El Pilar de Valencia, en la calle Guillem de Castro 42, y Cristo Rey de Gandia, que acogerán celebraciones a las 17 y 18.30 horas, respectivamente.

En la actualidad, en la Comunitat Valenciana “viven de forma permanente o temporal más de trescientos mil europeos pertenecientes a distintas confesiones cristianas”, según las mismas fuentes. Por ello, “la Iglesia de Valencia tiene abiertas sus puertas a la hospitalidad de numerosos cristianos de tradiciones cristianas orientales y de la reforma, que nos exige tener también abiertas las puertas de nuestros templos y de nuestros corazones para una oración común”, han añadido.

“Hasta hace tan sólo unos años, los ortodoxos eran comunidades cristianas lejanas a la experiencia de la mayor parte de las diócesis españolas y, sin embargo, hoy la relación entre católicos y ortodoxos ha entrado en la vida cotidiana”, han precisado las mismas fuentes.


La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, que este año se celebra bajo el lema “Estarán unidas en tu mano”, se realiza en todo el mundo promovida por la Santa Sede y el Consejo Mundial de Iglesias.

De otro lado, la comisión de Espiritualidad del Arzobispado de Valencia ha organizado para el próximo 28 de enero una conferencia bajo el título “La Espiritualidad en las Iglesias Orientales Europeas”, que tendrá lugar a las 18 horas, en el salón de actos de la Vicaría de Evangelización de la calle Avellanas, 12, de Valencia.



HORARIOS Y TEMPLOS DE LA SEMANA DE ORACION POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS

Las celebraciones ecuménicas se desarrollarán el domingo, 18 de enero, en la Iglesia del Temple de Valencia, ubicada en la plaza que lleva el mismo nombre, a las 19 horas; el lunes, 19 de enero, en la parroquia Nuestra Señora de Fátima de Sueca, a las 19 horas; el martes, día 20, en la parroquia de El Buen Pastor de Valencia, a las 20.30 horas; el miércoles, día 21, en la iglesia evangélica Buenas Noticias de Valencia, a las 20 horas, y en San Antonio de Padua, de Valencia, a las 18 horas; el jueves, 22 de enero, en la iglesia de los franciscanos, a las 18 horas; el viernes, día 23, en la ermita de San José de La Fustera-Benissa, a las 17 horas; el sábado, 24 de enero, en la iglesia parroquial de la Alquería de la Comtessa, a las 18.30 horas, y en la parroquia Nuestra Señora de Begoña de Puerto de Sagunto, a las 19 horas; y el domingo, 25 de enero, en las parroquias de El Pilar de Valencia y Cristo Rey de Gandia, a las 17 y 18.30 horas, respectivamente.

jueves, 15 de enero de 2009

El Papa explica que quien está en Cristo “no tiene miedo de nada ni nadie”

El señorío de Cristo sobre el cosmos es la “clave” para una relación correcta con lo creado

CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 14 de enero de 2009 (ZENIT.org).- El cristiano "no tiene miedo de nada ni nadie", pues Cristo, cabeza de la Iglesia, es el Señor del cosmos, aseguró Benedicto XVI este miércoles durante la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI.

Continuando con el ciclo sobre san Pablo, en el bimilenario de su nacimiento, el Papa explicó un aspecto de la doctrina paulina contenido en las cartas a los Colosenses y a los Efesios -dos cartas "casi gemelas", explicó- que es la consideración de Cristo como "cabeza" de la Iglesia y de todo el cosmos, y las implicaciones que esto tiene para la vida de los cristianos.

Este "señorío de Cristo" sobre "las potencias celestes y el cosmos entero" constituye "un mensaje altamente positivo y fecundo" para el hombre pagano de ayer y de hoy, explicó a los más de cuatro mil peregrinos que participaron en el encuentro.

"Para el mundo pagano, que creía en un mundo lleno de espíritus, en gran parte peligrosos y contra los cuales había que defenderse, aparecía como una verdadera liberación el anuncio de que Cristo era el único vencedor y de que quien estaba con Cristo no tenía que temer a nadie".

El Papa añadió que "lo mismo vale también para el paganismo de hoy, porque también los actuales seguidores de estas ideologías ven el mundo lleno de poderes peligrosos. A estos es necesario anunciar que Cristo es el vencedor, así que quien está con Cristo, quien permanece unido a Él no debe temer a nada ni a nadie".

Esto es importante también para los cristianos, añadió: "debemos aprender a afrontar todos los miedos, porque Él está por encima de toda dominación, es el verdadero Señor del mundo".

Cristo, explicó el Papa, "no tiene que temer a ningún eventual competidor, porque es superior a cualquier forma de poder que intentase humillar al hombre. Por eso, si estamos unidos a Cristo, no debemos temer a ningún enemigo y a ninguna adversidad; ¡pero esto significa también que debemos permanecer bien unidos a Él, sin soltar la presa!".

Esto tiene otra implicación importante, señaló, y es que el cosmos "tiene sentido": "no existe, por una parte, el gran mundo material y por otra esta pequeña realidad de la historia de nuestra tierra, el mundo de las personas: todo es uno en Cristo".

Esta visión no sólo es "racional", sino que es incluso "la más universalista": "la Iglesia reconoce que, en cualquier modo, Cristo es más grande que ella, dado que su señorío se extiende también más allá de sus fronteras".

"Esto significa que debemos considerar positivamente las realidades terrenas, porque Cristo las recapitula en sí, y al mismo tiempo, debemos vivir en plenitud nuestra identidad específica eclesial, que es la más homogénea a la identidad del propio Cristo", añadió el Papa.

De esta conciencia viene a los cristianos "la fuerza de actuar de modo recto" tanto de cara a los demás como hacia la Creación, explicó.

"Estas dos Cartas son una gran catequesis, de la que podemos aprender no sólo cómo ser buenos cristianos, sino también cómo llegar a ser realmente hombres. Si empezamos a entender que el cosmos es la huella de Cristo, aprendemos nuestra relación recta con el cosmos, con todos los problemas de su conservación".

Así también "aprendemos a verlos con la razón, pero con una razón movida por el amor, y con la humildad y el respeto que permiten actuar de forma correcta. , añadió.

Por otro lado, "si pensamos que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, que Cristo se ha dado a sí mismo por ella, aprendemos cómo vivir con Cristo el amor recíproco, el amor que nos une a Dios y que nos hace ver al otro como imagen de Cristo, como Cristo mismo".

Ante este "misterio de Cristo", afirmó el Papa, "las meras categorías intelectuales resultan insuficientes".

"Reconociendo que muchas cosas están más allá de nuestras capacidades racionales, debemos confiar en la contemplación humilde y gozosa no sólo de la mente sino también del corazón. Los Padres de la Iglesia, por otro lado, nos dicen que el amor comprende mucho más que la sola razón", concluyó.

martes, 13 de enero de 2009

¿Vivimos nuestra fe católica?

Autor: P. Fernando Pascual LC

La fe no es una simple teoría. Es un compromiso que llega al corazón y a las acciones, a los principios y a las decisiones, al pensamiento y a la vida.

Vivimos nuestra fe cuando dejamos a Dios el primer lugar en nuestras almas. Cuando el domingo es un día para la misa, para la oración, para el servicio, para la esperanza y el amor. Cuando entre semana buscamos momentos para rezar, para leer el Evangelio, para dejar que Dios ilumine nuestras ideas y decisiones.

Vivimos nuestra fe cuando no permitimos que el dinero sea el centro de gravedad del propio corazón. Cuando lo usamos como medio para las necesidades de la familia y de quienes sufren por la pobreza, el hambre, la injusticia. Cuando sabemos ayudar a la parroquia y a tantas iniciativas que sirven para enseñar la doctrina católica.

Vivimos nuestra fe cuando controlamos los apetitos de la carne, cuando no comemos más de lo necesario, cuando no nos preocupamos del vestido, cuando huimos de cualquier vanidad, cuando cultivamos la verdadera modestia, cuando huimos de todo exceso: “nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos; nada de rivalidades y envidias” (Rm 13,13).

Vivimos nuestra fe cuando el prójimo ocupa el primer lugar en nuestros proyectos. Cuando visitamos a los ancianos y a los enfermos. Cuando nos preocupamos de los presos y de sus familias. Cuando atendemos a las víctimas de las mil injusticias que afligen nuestro mundo.

Vivimos nuestra fe cuando tenemos más tiempo para buenas lecturas que para pasatiempos vanos. Cuando leemos antes la Biblia que una novela de última hora. Cuando conocer cómo va el fútbol es mucho menos importante que saber qué enseñan el Papa y los obispos.

Vivimos nuestra fe cuando no despreciamos a ningún hermano débil, pecador, caído. Cuando tendemos la mano al que más lo necesita. Cuando defendemos la fama de quien es calumniado o difamado injustamente. Cuando cerramos la boca antes de decir una palabra vana o una crítica que parece ingeniosa pero puede hacer mucho daño. Cuando promovemos esa alabanza sana y contagiosa que nace de los corazones buenos.

Vivimos nuestra fe cuando los pensamientos más sencillos, los pensamientos más íntimos, los pensamientos más normales, están siempre iluminados por la luz del Espíritu Santo. Porque nos hemos dejado empapar de Evangelio, porque habitamos en el mundo de la gracia, porque queremos vivir a fondo cada enseñanza del Maestro.

Vivimos nuestra fe cuando sabemos levantarnos del pecado. Cuando pedimos perdón a Dios y a la Iglesia en el Sacramento de la confesión. Cuando pedimos perdón y perdonamos al hermano, aunque tengamos que hacerlo setenta veces siete.

Vivimos nuestra fe cuando estamos en comunión alegre y profunda con la Virgen María y con los santos. Cuando nos preocupa lo que ocurre en cada corazón cristiano. Cuando sabemos imitar mil ejemplos magníficos de hermanos que toman su fe en serio y brillan como luces en la marcha misteriosa de la historia humana.

Vivimos nuestra fe cuando nos dejamos, simplemente, alegremente, plenamente, amar por un Dios que nos ha hablado por el Hijo y desea que le llamemos con un nombre magnífico, sublime, familiar, íntimo: nuestro Padre de los cielos.

domingo, 11 de enero de 2009

El Papa explica la importancia del bautismo de los niños

“No son propiedad privada de los padres, estos deben ayudarle a ser hijo de Dios”


CIUDAD DEL VATICANO, domingo 11 de enero de 2009 (ZENIT.org).- El Papa explicó la importancia del bautismo de los niños, al bautizar hoy a 13 bebés en la Capilla Sixtina, como es tradición en la Solemnidad del Bautismo del Señor, y afirmó que con él “restituimos a Dios lo que ha venido de Él”.

“El niño no es propiedad de los padres, sino que ha sido confiado por el Creador a su responsabilidad, libremente y de una forma siempre nueva, para que éstos le ayuden a ser un libre hijo de Dios”, explicó el Papa.

Sobre estos niños, afirmó, “se posa hoy el 'complacimiento' de Dios”.

“Desde cuando el Hijo unigénito del Padre se hizo bautizar, el cielo se ha abierto realmente y sigue abriéndose, y podemos confiar cada nueva vida que nace en las manos de Aquel que es más poderoso que los poderes oscuros del mal”, recalcó el Papa.

En primer lugar, Benedicto XVI señaló la importancia de que Dios se haya hecho un niño pequeño, que es precisamente el centro de la celebración del tiempo litúrgico de Navidad que se cierra con la Solemnidad del Bautismo del Señor.

“El Creador ha asumido en Jesús las dimensiones de un niño, de un ser humano como nosotros, para poderse hacer ver y tocar. Al mismo tiempo, abajándose hasta la impotencia inerme del amor, Él nos muestra qué es la verdadera grandeza, es más, qué quiere decir ser Dios”, afirmó.

Agradeciendo la oportunidad de poder bautizar en esta ocasión, el Papa hizo notar sobre todo la importancia del papel de los padres y de los padrinos para hacerles comprender un día el sacramento que han recibido.

“Sólo si los padres maduran esta conciencia conseguirán encontrar el justo equilibrio entre la pretensión de poder disponer de los propios hijos como si fueran una propiedad privada, plasmándolos en base a las propias ideas y deseos, y la postura libertaria que se expresa en dejarlos crecer en autonomía plena, satisfaciendo cada uno de sus deseos y aspiraciones”, explicó.

Por otro lado, bautizar a los niños pequeños, explicó el Papa, no es “hacerles violencia”, sino “darles la riqueza de la vida divina en la que se enraiza la verdadera libertad que es propia de los hijos de Dios”.

Esta libertad, añadió, “deberá ser educada y formada con el madurar de los años, para que los haga capaces de elecciones personales responsables”.

Respecto a la educación en la fe del pequeño, el Papa explicó que “si con este sacramento, el bautizando se convierte en hijo adoptivo de Dios, objeto de su amor infinito que lo tutela y defiende de las fuerzas oscuras del maligno, es necesario enseñarle a reconocer a Dios como su Padre y a saberse relacionar con Dios con actitud de hijo”.

Además, el bautismo, recalcó, introduce a los niños en “una nueva familia, más grande y estable, más abierta y numerosa que la vuestra: me refiero a la familia de los creyentes, a la Iglesia, una familia que tiene a Dios por Padre y en la que todos se reconocen hermanos en Jesucristo”.

Confiando estos niños “a la bondad de Dios, que es potencia de luz y de amor”, éstos “aún en las dificultades de la vida, no se sentirán nunca abandonados, si permanecen unidos a Él”.

“Preocupaos por tanto de educarlos en la fe, de enseñarles a rezar y a crecer como hacía Jesús y con su ayuda, en sabiduría, edad y gracia ante Dios y ante los hombres”, concluyó.

Después, durante su alocución durante el rezo del Ángelus, el Papa volvió a señalar la importancia de este sacramento, por el cual el hombre “recibe la vida eterna”.

“¡Qué grande es el don del Bautismo! Si nos diéramos cuenta plenamente, nuestra vida se convertiría en un 'gracias' continuo”, exclamó.

Para los padres cristianos, es una “gran alegría” y una “gran responsabilidad”, tras “ver surgir de su amor a esta nueva criatura, llevarla a la fuente bautismal y verla renacer del seno de la Iglesia, para una vida que nunca tendrá fin”.

“Esta es la estupenda realidad: la persona humana, mediante el Bautismo, se inserta en la relación única y singular de Jesús con el Padre, de forma que las palabras que resonaron en el cielo sobre el Hijo Unigénito se hacen verdaderas para cada hombre y toda mujer que renacen del agua y del Espíritu Santo: Tu eres mi Hijo, el amado”, añadió.

jueves, 8 de enero de 2009

Osoro confiesa que lleva un mes aprendiendo valenciano "para poder llevar el Evangelio" hasta tierras valencianas

Periódico “Las Provincias”

El arzobispo de Oviedo, Carlos Osoro, ha confesado hoy que lleva un mes aprendiendo valenciano "para poder llevar el Evangelio" hasta tierras valencianas, adonde será trasladado el próximo mes de abril.

Osoro ha hecho estas declaraciones a los medios tras ser confirmado hoy su nombramiento como arzobispo de la Archidiócesis de Valencia, cargo que el Papa Benedicto XVI ha hecho hoy público desde su residencia del Vaticano en Roma.

"He sido muy feliz estos siete años en Asturias y llevaré el concepto de asturianía, y lo que ello implica, allá donde vaya", ha comentado el todavía arzobispo de Oviedo.

Osoro (Cantabria, 1945) llegó a la diócesis ovetense el 23 de febrero de 2002 donde fue nombrado miembro del comité ejecutivo de la Conferencia Episcopal y patrono vitalicio de la Fundación Universitaria Española.
El Arzobispo ha explicado que estos siete años se le han pasado "muy deprisa" porque ha sido "muy feliz", y ha añadido que aunque ha realizado un "trabajo a tope" considera que su labor al cargo de el arzobispado ovetense "no ha sido en vano".

Ha añadido que "queda alguna tarea pendiente", como la conclusión del sínodo diocesano que se inició en el año 2006 con la pretensión de que se prolongase hasta mediados de 2009.
Este sínodo iniciado por Osoro es el primero que se celebra en Asturias desde 1923.

De los asturianos y asturianas ha destacado "lo grandón" que tienen el corazón, y ha recordado que ha tenido especial predilección por los niños y los jóvenes con quienes ha mantenido muchos encuentros durante el periodo que ha estado en el Principado.
"Consideradme siempre uno de los vuestros que invoca a la Santina (la Virgen de Covadonga) con los mismos sentimientos que todos los asturianos", ha dicho Osoro.

De su futuro en Valencia , ha comentado que desconoce cuáles serán sus cometidos por tierras valencianas, pero que afronta esta nueva etapa con ilusión porque nunca se ha negado a nada.

TEXTO INTEGRO DE LA CARTA DE MONSEÑOR CARLOS OSORO A LA ARCHIDIÓCESIS DE VALENCIA

Tras ser nombrado por Benedicto XVI arzobispo de Valencia

Jueves 08 de Enero de 2009

Querido Sr. Cardenal, Don Agustín, muchas gracias por su afecto y paternidad desde siempre y son muchos años los que hace que nos conocemos, pero muy especialmente por todo lo que ha sabido expresar con gestos y palabras desde el momento que ha sabido que iba a sucederle en la Archidiócesis de Valencia. Todo ello me hace sentirme muy a gusto ya en Valencia. Queridos hermanos Obispos Auxiliares, D. Esteban, D. Enrique y D. Salvador, desde estos momentos, gracias por vuestra acogida y por vuestra ayuda. Gracias hermanos.

Queridos hermanos sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas, miembros de institutos seculares y sociedades de vida apostólica, queridos laicos, hermanos y hermanas:

Al hacerse público mi nombramiento como Arzobispo de Valencia, quiero dar gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por la tarea que me concede de ser vuestro padre y pastor, siguiendo en esa tierra las huellas de mis antecesores entre los cuales se encuentran grandes santos. Doy gracias al Sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI que ha tenido a bien nombrarme para esa Archidócesis de Valencia. Acojo como una bendición de Dios, de las muchas que a través de mi vida me ha regalado, este nombramiento y ya desde ahora me pongo a vuestra disposición. Sé que mi vida no es para mí, sino para vosotros. Recibidla con las pobrezas que tiene, pero con la seguridad de que voy a gastar la vida por anunciar a Jesucristo con vosotros. Quiero ser de todos y para todos. Mi lema episcopal “por Cristo, con Él y en Él”, quiere ser una llamada permanente a realizar esta tarea apasionante de padre y pastor en este tercer milenio que acabamos de comenzar.

Ya desde ahora doy gracias a Dios sin cesar por vosotros, a causa de la gracia de Dios que os ha sido otorgada en Cristo desde hace muchos siglos, pues recordando a San Pablo, “en Él habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento”(1ªCor 1, 5). La serie de santos y mártires que jalonan la historia de esa querida Iglesia particular dan fe de cómo se ha consolidado entre vosotros el testimonio de Cristo.

Os dirijo un saludo muy especial a todos los sacerdotes que formáis el presbiterio diocesano, quienes sois los más estrechos colaboradores del ministerio del Obispo. A todos los sacerdotes enfermos y a los ancianos, que habéis gastado la vida en el anuncio de Jesucristo y amando a la Iglesia, os agradezco vuestra entrega y vuestro testimonio. Pedid al Señor todos los que formáis el presbiterio diocesano, que esté a vuestro lado y me comporte con vosotros como padre y hermano, que os quiere, os acoge, os conforta, os sugiere, os exhorta. Os pido vuestra colaboración. Siento vuestra cercanía y conoceros será mi primera tarea.

A los Diáconos permanentes, a vuestras familias, gracias. Sois los diáconos, auténticos dones de Dios para anunciar el Evangelio, para instruir a las comunidades cristianas y promover el servicio de la caridad en la familia de Dios. Gracias por vuestra presencia y acción.

Mi vida no se explica sin el Seminario. Han sido veinte años los que he estado de Rector del mismo, recuerdo que fui a Valencia para ver el Seminario, cuando se me encargó abrir el Seminario de Santander. Vosotros los seminaristas, de sacerdote y después de Obispo, habéis sido y seréis una preocupación de importancia capital en mi vida y ministerio. Os saludo con afecto a todos: los que os formáis en el Seminario de Moncada, en el Colegio San Juan de Ribera y en el Colegio Santo Tomás de Villanueva, así como también a los que estáis en Roma ampliando estudios. Conoceros y quereros es algo de lo cual el Obispo no puede prescindir y quisiera seguir realizándolo como hasta ahora.

Saludo con respeto y veneración a la vida consagrada en sus diversas formas de expresarse en la Iglesia. Sabed que pertenecéis estable y firmemente a la vida y a la santidad de la Iglesia, enriquecéis con vuestra presencia mi ministerio y la comunión eclesial. Gracias. A la vida contemplativa que sois un tesoro en la Iglesia, os encomiendo que oréis para que mi ministerio sea fecundo en obras y palabras, por los sacerdotes y por las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada.

A todos los fieles laicos que sois la mayoría del Pueblo de Dios y que sobresalís por la fuerza misionera del Bautismo. Juntos estamos llamados a anunciar el Evangelio: en la cultura, en la familia, en el trabajo, en los medios de comunicación social, en el deporte, en el tiempo libre, en la animación del orden social, en la vida pública. En esta tierra hay muchos inmigrantes, nadie es extranjero en el Pueblo de Dios, todos somos hijos de Dios y por ello hermanos entre nosotros. ¡Cómo deseo haceros sentir con todos los que son de esta tierra, que sois de la misma familia de los hijos de Dios y que por ello no sois extraños! Dentro de vosotros los laicos, quiero hacer llegar un saludo muy particular y especial a los jóvenes que como “centinelas de la mañana”, esperan la aurora de un mundo nuevo, toda mi vida prácticamente ha estado dedicada a vosotros, quiero contar con vosotros y con vuestra ayuda en el anuncio del Evangelio..

Saludo con especial afecto a las autoridades de la Comunidad Valenciana en sus diversos ámbitos, a todos los grupos políticos que buscáis el bien de la sociedad. Me presento ante vosotros en nombre de Jesucristo. La misión confiada por Jesús a los Apóstoles debe durar hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20), ya que el Evangelio que les encargó transmitir es la vida para la Iglesia de todos los tiempos y es vida para todos los hombres.

Pedid todos al Señor que con su gracia, sepa vivir entre vosotros los rasgos propios del Buen Pastor: caridad hasta el extremo, conocimiento de las personas que se me encarga, solicitud por todos, misericordia para con los más pobres, estar siempre disponible, cercano y en búsqueda de todos los hombres con la bondad del Buen Pastor. Desde ahora me pongo en manos de la Mare de Deu dels Desamparats. A Ella confío mi vida y mi ministerio con vosotros.

Con gran afecto, os bendice

+Carlos, Arzobispo Electo de Valencia
y Administrador Apostólico de Oviedo

Monseñor Carlos Osoro introducirá en su escudo episcopal el Santo Cáliz de Valencia

El Arzobispo electo de Valencia ha decidido modificar su escudo episcopal para incluir en él una imagen del Santo Cáliz de Valencia, como especial muestra de afecto hacia la diócesis que lo va a acoger.

La divisa del escudo reza “Per Christum et cum ipso et in ipso” (Por Cristo, con Él y en Él). El escudo episcopal escogido por monseñor Osoro encierra en sus elementos y colores un rico significado teológico y devocional que puede ayudarnos a conocer al futuro pastor de la Iglesia valentina.

La barca representa a la Iglesia, siendo símbolo muy frecuente en el arte paleocristiano y en la literatura cristiana antigua. La barca navega en medio de la historia como nave de gracia que lleva siempre, a pesar de las zozobras y de los temporales al puerto de la Salvación.

Es una barca pequeña, frágil, pero en ella como vela y como timón está el Crismón para señalar que es Cristo quien pilota esa nave y es en Cristo donde se realiza la salvación, referencia cristocéntrica que también subraya la divisa de monseñor Osoro.

El crismón formado por las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego, que significa Señor, en su nombre se echan las redes y su voz aplaca la tempestad.

La estrella de azur de ocho puntas simboliza a María, la Madre del Señor, como orientadora y guía hacia Cristo y es expresión de la honda devoción mariana que monseñor Osoro quiere destacar en su vida y en su pontificado.

María es la estrella matutina, que orienta y por tanto da esperanza y es una invitación a tenerla y a invocarla siempre como recomendaba San Bernardo: “Mira la estrella e invoca a María”.

La Bien Aparecida, patrona de Santander, su tierra natal, Santa María, Madre, la patrona entrañable de Ourense donde ejerció un feliz pontificado de cinco años, la Virgen de Covadonga, “la Santina” que ha sido consuelo y esperanza en su pontificado ovetense como patrona entrañable de Asturias, y Nuestra Señora de los Desamparados, que en Valencia hace presente la siempre consoladora ternura de María Virgen y Madre.

Particularmente quiere monseñor Osoro evocar en esta estrella la Diócesis de Ourense, primera iglesia que sirvió como obispo y donde tan intensa es la devoción a la Virgen bajo más de un centenar de advocaciones.

Así mismo, la estrella según los heraldistas “es la imagen de la Grandeza, la Verdad, la Luz, la Majestad y la Paz, simbolizando la Prudencia que es la regla de los virtuosos”.

Como maestro, el obispo debe ser amante de la Verdad e iluminar con su doctrina a sus fieles, siendo siempre prudente en sus determinaciones.

Haciendo pendent con la estrella, se dispone la Cruz de los Ángeles de oro, evocando el pontificado ovetense de don Carlos, cruz que es uno de los símbolos más emblemáticos de la tierra asturiana, precioso tesoro de la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo y de la monarquía asturiana, y especial mirada de gratitud durante el año Santo celebrado a instancias suyas en el último año de su episcopado en Asturias.

La Cruz es además el santo y seña de toda evangelización, la gloria única de los cristianos, y por tanto presencia consoladora para con Cristo llevar con esperanza las cruces que el servicio del Evangelio trae casi ineludiblemente al Pastor que no será tratado de modo diferente al Maestro.

El campo de gules, rojo, es símbolo de entrega, es el color cálido del Amor y de la sangre derramada por Cristo para salvarnos y que está dispuesto a derramar el pastor por defender a sus ovejas, es el color del amor, del fuego y de la vida.

El azul que conviene al mar por donde navega la nave, tiene también evidente connotación mariana y es según los tratadistas heráldicos el color de la Virtud, de la Justicia y de la Perseverancia, Vigilancia, Celo y Lealtad, virtudes y cualidades que convienen a un Obispo en el ejercicio de la autoridad y del pastoreo de la grey.

El chevrón de oro con tres roeles de sinople (verde) evoca las armas tradicionales de los Osoro aunque libremente dispuestas, pero sobre esa referencia familiar afectuosa y agradecida, se sobrepone el significado teológico o de devoción: campo de oro, símbolo de eternidad y de pureza, y tres bezantes iguales, el círculo es símbolo de perfección, que señalan claramente a la Santísima Trinidad, el Dios Amor que nos revela Jesús fundamento de la fe cristiana.

En la punta, al ser designado Arzobispo valentino, las armas prelaticias de monseñor Osoro han incorporado en campo de azur el Santo Cáliz, venerado en la Catedral de Valencia y que una seria tradición considera ser la copa utilizada por Jesús en la última Cena.

Es símbolo de gran estima de la Iglesia de Valencia, objeto de devoción y recordatorio de la Eucaristía que es “fuente y cima de toda vida cristiana” y como decía el papa Juan Pablo II: “La Iglesia vive del Cristo Eucarístico, de Él se alimenta, y por Él es iluminada”. El Obispo particularmente en nombre de Cristo preside la Eucaristía y en torno al altar se reúne la Iglesia particular para constituirse como familia de los hijos de Dios que peregrinan por el mundo en busca de la ciudad celeste.

El Santo Cáliz es pues precioso reconocimiento lleno de afecto, a la Iglesia diocesana que el Papa confía a monseñor Osoro y al misterio del Amor de que sacará fuerza para apacentar generosamente a la grey que Cristo le encomienda regir en su nombre.

EL PAPA NOMBRA A MONSEÑOR CARLOS OSORO ARZOBISPO DE VALENCIA Y AL CARDENAL GARCIA-GASCO ADMINISTRADOR APOSTÓLICO DE LA DIOCESIS

Jueves 08 de Enero de 2009
EL PAPA NOMBRA A MONSEÑOR CARLOS OSORO ARZOBISPO DE VALENCIA Y AL CARDENAL GARCIA-GASCO ADMINISTRADOR APOSTÓLICO DE LA DIOCESIS

La toma de posesión está prevista para el próximo 18 de abril

VALENCIA, 8 ENE. (AVAN).- El papa Benedicto XVI ha nombrado al hasta hoy arzobispo de Oviedo, monseñor Carlos Osoro, de 63 años, nuevo arzobispo de Valencia, en sustitución del cardenal Agustín García-Gasco, al que el Pontífice ha aceptado ahora la renuncia que presentó el 12 de febrero de 2006 al cumplir entonces los 75 años de edad, según han anunciado a mediodía de hoy la Santa Sede y la Nunciatura Apostólica de Su Santidad en España.

Igualmente, el Cardenal ha sido designado por el Papa administrador apostólico de la archidiócesis de Valencia, hasta la toma de posesión de monseñor Osoro, que, de acuerdo con la Santa Sede y la Nunciatura Apostólica en España, tendrá lugar, previsiblemente, el próximo 18 de abril, sábado, según han indicado a la agencia AVAN fuentes del Arzobispado de Valencia. También monseñor Osoro ha sido nombrado administrador apostólico de la archidiócesis ovetense hasta que tome posesión su sucesor.

El ya arzobispo emérito de Valencia presentó el 12 de febrero de 2006 su renuncia al Papa al cumplir entonces los 75 años de edad, de acuerdo con lo establecido en el canon 401 párrafo 1 del Código de Derecho Canónico. Apenas tres semanas después, el 6 de marzo, la Nunciatura le comunicaba la notificación de que el Papa había dispuesto que continuara “donec aliter provideatur” (“hasta que se provea de otro modo”) en el gobierno pastoral de la archidiócesis de Valencia.


Monseñor Carlos Osoro. Biografía

Nace el 16 de mayo de 1945 en Castañeda (Cantabria). Tras cursar estudios de magisterio, pedagogía, matemáticas y obtener también el título de Instructor elemental de Educación Física, finaliza la carrera de magisterio y ejerce la docencia en Santander en el Colegio La Salle.

Ingresa en el Seminario para Vocaciones tardías "Colegio Mayor El Salvador" en Salamanca y, tras realizar los estudios eclesiásticos, es ordenado sacerdote por monseñor Juan Antonio del Val Gallo asistido por monseñor José María Setién Alberro, en la parroquia santanderina de la Bien Aparecida el 29 de julio de 1973.

Su primer destino fue la parroquia de la Asunción de Torrelavega (Cantabria), formando parte del equipo sacerdotal, y trabajando preferentemente en el campo de la pastoral juvenil. Es profesor de Instituto, director de la "Casa de los muchachos".

Fue profesor de la Escuela Universitaria de Formación del Profesorado "Sagrados Corazones", dependiente de la Iglesia y adscrita a la Universidad de Cantabria.

En 1975 es nombrado Secretario General de Pastoral de la Diócesis, Delegado de Apostolado Seglar, Delegado Episcopal de Seminarios y Pastoral Vocacional y Vicario General de Pastoral.

En 1976 se unifican la Vicaría General de Pastoral y la Administrativo-jurídica y es nombrado Vicario General de la Diócesis, cargo en el que permanece hasta 1994.

En 1993 es nombrado Canónigo de la Santa Iglesia Catedral Basílica de Santander. En 1994 el Cabildo de la Catedral lo elige Presidente. En el mismo año es nombrado Rector del Seminario santanderino de Monte Corbán, donde inicia la reapertura del mismo y su consolidación, cargo en el que permaneció hasta 1997.

En 1996 es nombrado Director del centro Asociado del Instituto Internacional de Teología a Distancia y Director del Instituto Superior de Ciencias Religiosas "San Agustín", dependiente del Instituto Internacional y de la Universidad Pontificia de Comillas.

El papa Juan Pablo II le nombra Obispo de Ourense el 22 de febrero de 1997 y arzobispo de Oviedo el 7 de enero de 2002.

Es miembro del Comité ejecutivo de la Conferencia Episcopal para el trienio 2.005-2.008



Cardenal García-Gasco. Biografía

El cardenal Agustín García-Gasco y Vicente nació en la localidad toledana de Corral de Almaguer el 12 de febrero de 1931. Comenzó sus estudios eclesiásticos en 1944 en el Seminario diocesano de Madrid y el 26 de mayo de 1956 recibió la ordenación sacerdotal.

Tras ejercer como párroco en la localidad madrileña de Villamanta y ser nombrado delegado episcopal de Cáritas, fue designado por el entonces arzobispo de Madrid-Alcalá, monseñor Casimiro Morcillo, titular de la parroquia de Santísimo Cristo del Amor, en el barrio de Aluche, y, años después, en 1970, de la iglesia de Santiago y San Juan. En ese mismo año se diplomó en Sociología Industrial y Relaciones Humanas y, más tarde, en Ciencias Empresariales y Técnicas de Grupos.

Fue nombrado vicario episcopal de la vicaría III de Madrid por el entonces cardenal arzobispo de Madrid, monseñor Vicente Enrique Tarancón, y el 20 de marzo de 1985, el papa Juan Pablo II le designó obispo auxiliar de la archidiócesis de Madrid. A su entrada en la Conferencia Episcopal Española fue designado vocal de la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis y, en abril de 1988, monseñor García-Gasco fue elegido secretario general de la propia Conferencia, miembro de su comité ejecutivo y de la comisión permanente.

El 24 de julio de 1992 Juan Pablo II nombraba a monseñor Agustín García-Gasco titular de la archidiócesis metropolitana de Valencia que permanecía vacante desde la muerte en accidente de carretera el 8 de enero de aquel mismo año de monseñor Miguel Roca Cabanellas.

Igualmente, monseñor García-Gasco fue designado por el papa Juan Pablo II miembro del Pontificio Consejo para la Familia en 1992 y también de la Congregación del Culto Divino en 1999, cargos en los que ha sido ratificado por el actual pontífice, Benedicto XVI.

En enero de 2003, el papa Juan Pablo II designó a Valencia como sede del V Encuentro Mundial de las Familias, que se celebraría en julio de 2006, y encomendó a monseñor García-Gasco la preparación del evento en colaboración con el Pontificio Consejo para la Familia. Benedicto XVI presidió el EMF en Valencia los días 8 y 9 de julio de 2.006, ante más de un millón y medio de personas.

Fue creado cardenal por el Papa en noviembre de 2007.

El Ayuntamiento de Valencia le nombró Hijo Adoptivo de la Ciudad en octubre de 2008 y, el mismo mes, la Generalitat Valenciana le concedió la Gran Cruz de la Orden de Jaume I el Conqueridor.

martes, 6 de enero de 2009

Benedicto XVI pide rezar por las familias en el mes de enero

VI Encuentro Mundial en México


CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 4 de enero de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI ha pedido rezar por las familias en particular durante este mes de enero, en el que se celebra el VI Encuentro Mundial de las Familias en la Ciudad de México.

Lo propone en las intenciones del Apostolado de la Oración, iniciativa que siguen unos 50 millones de personas de los cinco continentes, para este mes que comienza.

El Papa presenta dos intenciones de oración, una general y otra misionera.

La intención general del mes de enero dice así: "Para que la familia sea, cada vez más, un lugar de formación en la caridad, de crecimiento personal y de transmisión de la fe".

Miles de familias se reunirán en la capital mexicana del 13 al 18 de enero, en un evento al que Benedicto XVI se unirá gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, y en el que le representará personalmente el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado.

Los Encuentros Mundiales de las Familias fueron creados por Juan Pablo II, quien convocó el primero en Roma, en el año 1994, con motivo del Año Internacional de la Familia convocado por las Naciones Unidas.

Los siguientes encuentros se han celebrado en Río de Janeiro (1997), Roma (2000, año del gran Jubileo), Manila (2003) y Valencia (2006).

La intención misionera del mes de enero propuesta por el Papa es la siguiente: "Para que, conscientes de la necesidad de una nueva Evangelización en esta época de profundas transformaciones, las diversas confesiones cristianas se empeñen en anunciar la Buena Nueva y en caminar hacia la plena unidad de todos los cristianos, para ofrecer así un testimonio más creíble del Evangelio".