jueves, 8 de enero de 2009

TEXTO INTEGRO DE LA CARTA DE MONSEÑOR CARLOS OSORO A LA ARCHIDIÓCESIS DE VALENCIA

Tras ser nombrado por Benedicto XVI arzobispo de Valencia

Jueves 08 de Enero de 2009

Querido Sr. Cardenal, Don Agustín, muchas gracias por su afecto y paternidad desde siempre y son muchos años los que hace que nos conocemos, pero muy especialmente por todo lo que ha sabido expresar con gestos y palabras desde el momento que ha sabido que iba a sucederle en la Archidiócesis de Valencia. Todo ello me hace sentirme muy a gusto ya en Valencia. Queridos hermanos Obispos Auxiliares, D. Esteban, D. Enrique y D. Salvador, desde estos momentos, gracias por vuestra acogida y por vuestra ayuda. Gracias hermanos.

Queridos hermanos sacerdotes, seminaristas, religiosos, religiosas, miembros de institutos seculares y sociedades de vida apostólica, queridos laicos, hermanos y hermanas:

Al hacerse público mi nombramiento como Arzobispo de Valencia, quiero dar gracias a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo por la tarea que me concede de ser vuestro padre y pastor, siguiendo en esa tierra las huellas de mis antecesores entre los cuales se encuentran grandes santos. Doy gracias al Sucesor de Pedro, el Papa Benedicto XVI que ha tenido a bien nombrarme para esa Archidócesis de Valencia. Acojo como una bendición de Dios, de las muchas que a través de mi vida me ha regalado, este nombramiento y ya desde ahora me pongo a vuestra disposición. Sé que mi vida no es para mí, sino para vosotros. Recibidla con las pobrezas que tiene, pero con la seguridad de que voy a gastar la vida por anunciar a Jesucristo con vosotros. Quiero ser de todos y para todos. Mi lema episcopal “por Cristo, con Él y en Él”, quiere ser una llamada permanente a realizar esta tarea apasionante de padre y pastor en este tercer milenio que acabamos de comenzar.

Ya desde ahora doy gracias a Dios sin cesar por vosotros, a causa de la gracia de Dios que os ha sido otorgada en Cristo desde hace muchos siglos, pues recordando a San Pablo, “en Él habéis sido enriquecidos en todo, en toda palabra y en todo conocimiento”(1ªCor 1, 5). La serie de santos y mártires que jalonan la historia de esa querida Iglesia particular dan fe de cómo se ha consolidado entre vosotros el testimonio de Cristo.

Os dirijo un saludo muy especial a todos los sacerdotes que formáis el presbiterio diocesano, quienes sois los más estrechos colaboradores del ministerio del Obispo. A todos los sacerdotes enfermos y a los ancianos, que habéis gastado la vida en el anuncio de Jesucristo y amando a la Iglesia, os agradezco vuestra entrega y vuestro testimonio. Pedid al Señor todos los que formáis el presbiterio diocesano, que esté a vuestro lado y me comporte con vosotros como padre y hermano, que os quiere, os acoge, os conforta, os sugiere, os exhorta. Os pido vuestra colaboración. Siento vuestra cercanía y conoceros será mi primera tarea.

A los Diáconos permanentes, a vuestras familias, gracias. Sois los diáconos, auténticos dones de Dios para anunciar el Evangelio, para instruir a las comunidades cristianas y promover el servicio de la caridad en la familia de Dios. Gracias por vuestra presencia y acción.

Mi vida no se explica sin el Seminario. Han sido veinte años los que he estado de Rector del mismo, recuerdo que fui a Valencia para ver el Seminario, cuando se me encargó abrir el Seminario de Santander. Vosotros los seminaristas, de sacerdote y después de Obispo, habéis sido y seréis una preocupación de importancia capital en mi vida y ministerio. Os saludo con afecto a todos: los que os formáis en el Seminario de Moncada, en el Colegio San Juan de Ribera y en el Colegio Santo Tomás de Villanueva, así como también a los que estáis en Roma ampliando estudios. Conoceros y quereros es algo de lo cual el Obispo no puede prescindir y quisiera seguir realizándolo como hasta ahora.

Saludo con respeto y veneración a la vida consagrada en sus diversas formas de expresarse en la Iglesia. Sabed que pertenecéis estable y firmemente a la vida y a la santidad de la Iglesia, enriquecéis con vuestra presencia mi ministerio y la comunión eclesial. Gracias. A la vida contemplativa que sois un tesoro en la Iglesia, os encomiendo que oréis para que mi ministerio sea fecundo en obras y palabras, por los sacerdotes y por las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada.

A todos los fieles laicos que sois la mayoría del Pueblo de Dios y que sobresalís por la fuerza misionera del Bautismo. Juntos estamos llamados a anunciar el Evangelio: en la cultura, en la familia, en el trabajo, en los medios de comunicación social, en el deporte, en el tiempo libre, en la animación del orden social, en la vida pública. En esta tierra hay muchos inmigrantes, nadie es extranjero en el Pueblo de Dios, todos somos hijos de Dios y por ello hermanos entre nosotros. ¡Cómo deseo haceros sentir con todos los que son de esta tierra, que sois de la misma familia de los hijos de Dios y que por ello no sois extraños! Dentro de vosotros los laicos, quiero hacer llegar un saludo muy particular y especial a los jóvenes que como “centinelas de la mañana”, esperan la aurora de un mundo nuevo, toda mi vida prácticamente ha estado dedicada a vosotros, quiero contar con vosotros y con vuestra ayuda en el anuncio del Evangelio..

Saludo con especial afecto a las autoridades de la Comunidad Valenciana en sus diversos ámbitos, a todos los grupos políticos que buscáis el bien de la sociedad. Me presento ante vosotros en nombre de Jesucristo. La misión confiada por Jesús a los Apóstoles debe durar hasta el fin del mundo (cf. Mt 28, 20), ya que el Evangelio que les encargó transmitir es la vida para la Iglesia de todos los tiempos y es vida para todos los hombres.

Pedid todos al Señor que con su gracia, sepa vivir entre vosotros los rasgos propios del Buen Pastor: caridad hasta el extremo, conocimiento de las personas que se me encarga, solicitud por todos, misericordia para con los más pobres, estar siempre disponible, cercano y en búsqueda de todos los hombres con la bondad del Buen Pastor. Desde ahora me pongo en manos de la Mare de Deu dels Desamparats. A Ella confío mi vida y mi ministerio con vosotros.

Con gran afecto, os bendice

+Carlos, Arzobispo Electo de Valencia
y Administrador Apostólico de Oviedo