El cardenal arremete contra los laboratorios que «se lucran» con «la eliminación de embriones»
Levante-EMV, Valencia
El cardenal arzobispo de Valencia, Agustín García-Gasco, mostró ayer su «sorpresa» por las legislaciones «que protegen más a los animales, incluso a los huevos de ciertas especies, que al ser humano cuando se encuentra en su estado inicial de gestación». El purpurado se refirió en estos términos a través de su carta semanal, dedicada al reciente documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, antigua Inquisición, Dignitas personae. Esa instrucción del Vaticano critica duramente algunos de los últimos avances en biomedicina. El propio Arzobispado presentó públicamente este documento hace unos días, en el que entre otras cosas se condena la fecundación «in vitro».
En la carta publicada ayer, García-Gasco «lamenta el intento burdo que existe en nuestra sociedad de equiparar lo moral o la ética con la legalidad vigente», y asegura: «El ser humano es mucho más que una cosa y su dignidad no puede limitarse ni por los gobiernos, ni por las empresas, ni por los propios hombres».
El cardenal señala que el ser humano «no puede ser propiedad de nadie, ni de sus progenitores ni tampoco de unos laboratorios o empresas que se lucran con servicios que conllevan la eliminación de embriones humanos». A este respecto, advierte de que «los intentos de disfrazar la realidad con eufemismos son frecuentes entre quienes utilizan los embriones humanos como si fuesen cosas, materiales, objetos sin dignidad humana». E insistió en que «el cuerpo de un ser humano, desde los primeros estadios de su existencia, no se puede reducir al conjunto de sus células».
Por ello, recuerda en su carta los «criterios éticos fundamentales» en las intervenciones sobre el embrión humano «que toda persona preocupada por la dignidad humana puede aceptar con coherencia intelectual». En primer lugar, «el respeto incondicionado y moralmente debido al ser humano en su totalidad corporal y espiritual desde el primer momento de su existencia»; y, en segundo lugar, el reconocimiento que se le debe de «los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano a la vida», enumera.
Al término de su carta, García-Gasco dice que el embrión humano «tiene desde el principio la dignidad propia de la persona» y cita como ejemplos de «rectitud y eficacia científica» los trabajos con «células madre de personas adultas, lícitamente obtenidas, o los bancos de cordón umbilical». Y concluye: «la Iglesia proclama la defensa de la dignidad humana sin límites engañosos como el mejor criterio de respeto a cada ser humano».
LEVANTE 28 dic. 2008